Sastiel Kisspril 2024

Día 26: Interrupción

La noche envolvía el bar con los murmullos de la gente, llenando el ambiente con de conversaciones y risas. Los tres hombres se encontraban en una mesa, rodeados por la atmósfera bulliciosa del lugar. Castiel sostenía una botella de cerveza entre sus manos, observándola con curiosidad mientras conversaba con Dean y Sam.
La atmósfera estaba cargada de tensión mientras discutían sobre los últimos eventos relacionados con los ángeles. Castiel, aun adaptándose a la experiencia de beber alcohol, se dejaba llevar por la sensación novedosa de compartir su primera cerveza mientras les daba su visión sobre el conflicto y sus propias investigaciones.

—¿Estás seguro de que quieres involucrarte en esto? —murmuró Dean con preocupación, observando cómo Castiel bebía su segunda cerveza con entusiasmo.

Castiel lo miró con determinación, sus ojos azules brillando con una intensidad que Dean conocía demasiado bien—. Soy parte de esto. Les guste o no —declaró con confianza. Claro, había sido parte de, hasta que Dean lo echó del búnker sin dar una explicación más clara. Pero ahí estaba, tratando de ser parte del equipo otra vez.

Sam observaba la interacción con una mezcla de preocupación pero también divertido. Era extraño ver a Castiel tan desinhibido y disfrutando de una cerveza como si fuera una persona más y no un ente celestial. También era agradable verlo tan entusiasmado de estar con ellos, incluso siendo confiado con Dean. Se preguntaba si haber pasado semanas por su cuenta, lejos de ellos, había tenido algo que ver. O tal vez solo era el alcohol en su sistema.

Dean, quien lucía un poco incómodo se levantó de su asiento para traer otra cerveza. Castiel quería invitar la ronda, pero su hermano insistió, como si necesitara alejarse un momento.

Cuando Dean se fue hacia la barra, ambos quedaron solos en la mesa, sumidos en un incómodo silencio. Sam miró a Castiel con curiosidad, notando la forma en que el ángel jugueteaba con la etiqueta de su botella de cerveza.

—¿Estás bien, Cas? —preguntó Sam rompiendo el silencio.

Castiel levantó la mirada hacia él, una sonrisa ligeramente torpe curvando sus labios—. Sí, estoy bien —respondió el ángel, su voz un poco más suave de lo habitual—. Ser apuñalado no fue muy divertido, pero estoy mejor.

Sam asintió, aunque sintiendo una extraña sensación con su amigo. No solo por lo que ocurrió con April o por verlo bebiendo, había algo más, algo que no podía ver.

Finalmente, cuando la noche avanzaba y las palabras se volvían más sueltas, Castiel mencionó a April de nuevo por los planes de Bartholomew. Sam sintió un pellizco de incomodidad en su pecho que no pudo explicar, pero trató de ignorarlo mientras escuchaba la descripción de Castiel sobre su experiencia con April y lo que sabía de sus planes.

—¿Cómo fue? -preguntó Sam, intentando sonar indiferente y un tema de conversación.

Castiel sonrió encogiéndose de hombros, sus ojos pensando—. Fue... interesante —admitió—, El sexo estuvo bien. Y los besos... fueron algo que nunca había experimentado antes.

Sam se rió incómodamente, sintiendo el calor subir a sus mejillas. No estaba acostumbrado a hablar tan abiertamente sobre temas tan íntimos con Castiel, pero ver al ángel tan desenvuelto era refrescante, especialmente cuando no lo había visto en las últimas semanas.

—Supongo que hay más cosas que podrías experimentar ahora que eres humano —sugirió Sam.

Castiel lo miró con curiosidad, como si estuviera tratando de entender un significado detrás de las palabras, producto de la tensión pero también del alcohol en su sistema ahora humano. Entonces, antes de que Sam pudiera reaccionar, se inclinó hacia adelante y lo besó.

Sam se quedó atónito, sin creer primero lo que estaba sucediendo, pero tampoco deteniéndolo. No había esperado que cruzara esa línea, pero aún así correspondió, sintiendo el calor en su boca, sintiendo los labios ásperos y el aliento con alcohol que llenaba lentamente su nariz. Incluso se relajó lo suficiente para separar la boca lentamente, dejándose llevar por el momento.
Pero antes de que pudiera decir algo, separarse siquiera, todo se puso oscuro para Sam. Como un apagón.

Cuando abrió los ojos de nuevo, saliendo de esa confusión y oscuridad repentina, Cas ya no estaba en la mesa.