Narrador omnisciente
Dos años pasaron para que el destino quisiera cruzar sus caminos. La pelirroja recorría la calles ajetreadas de Manhattan pues estaba de compras. Había encontrado una nueva pasión por la moda y el arte. Estudiaba diseño de modas, apenas cursaba el primer semestre en una universidad de alto prestigio en Nueva York. Fue en ese momento que las cartas no se pusieron a su favor o tal vez sí. Cruzó la avenida, y se estancó en medio del Times Square. Y justo en ese instante los cuadros que anunciaban diferentes marcas y artistas, mostraron a Jack Johnson, una estrella que empezaba a brillar, hacía poco que había salido al aire su primer single. Ella se sorprendió cuando escucho su voz, esa melodiosa voz cantando. Lucía mayor y más guapo al parecer de la chica, quiso sonreír por él, sin embargo sus ojitos se llenaron de lágrimas, ¿Por qué había tardado tanto en darse cuenta de qué él estuvo todo este tiempo frente a ella?
La nostalgia invadió su anatomía pero ya no flaqueo, se había hecho más fuerte, la vida la había obligado. Limpió las pequeña gotas de sus mejillas y siguió con prisa su camino, aún no encontraba el atuendo apropiado que le hiciera robar un suspiro. Pasaron las horas y ella se encontraba exhausta y aún no tenía lo que deseaba. Entró a una tienda, quizá la número quinientos en recorrer. No se había percatado por el cansancio de que era una tienda de música. Los gritos de varias adolescentes la devolvieron a sus sentidos, corrían en dirección de una cabellera rubia, la estatura de Lynn no le permitió ver aquél que traía loca a las féminas. A pesar de que ya había transcurrido un buen tiempo no logró crecer mucho.
La curiosidad mato al gato, y también a una chica pelirroja, con astucia esperó a que se despejará el camino y avanzó hasta la siguiente tienda, está vez gracias al cielo era de ropa por lo qué aprovecho el tiempo para buscar su cometido.
Jack entró de prisa a la tienda contigua, de inmediato la cerraron, ya que una multitud de fans lo perseguía. Su corazón se estabilizó por unos segundos. Se sentó en los sillones que la tienda tenía para esperar. Se percató de que no había nadie o al menos eso parecía. Por su lado la pelirroja dio saltos cuando encontró el atuendo perfecto para la presentación de su primer línea de ropa en la famosa marca «Gucci» era solo parte de un proyecto pero claro si ella ganaba, tendría el pase directo a trabajar en esa grande compañía.Sin más fue a la caja para que pudiera llevarse esa pieza de arte como ella solía llamar a su ropa. Se encontró con que la tienda había sido cerrada y quiso llorar. Algo resignada, se sentó a esperar que alguien la atendiera, no iba a darse por vencida tan pronto. No ahora.
Jack al ver que el bullicio poco a poco iba desapareciendo, se levantó decidido a irse, sin embargo algo lo retenía- el destino- y se dirigió a la caja para comprar unos lentes y un beanie. Quería pasar desaparecido, Lynn al ver a alguien más en la caja acudió. Espero a unos pocos metros, era la misma cabellera de hacía unos momentos, se emocionó un poco, pero no se movió. Calmó el temblor de sus manos y mordió su labio.
El chico terminó sus compras, está vez ya se iba, en el camino vio a alguien más en la tienda, se extraño un poco pero no se inmutó en detallar el rostro de la chica. Sólo vio su cabellera rojiza y recordó a Lynn. Sin más salió de la tienda y se dirigió al restaurante más cercano, tenía hambre con demasía.
Lynn al verlo se heló. Era él, era Jack Johnson, el chico que dos años atrás la había destrozado completamente. No dijo nada, no salía nada de sus labios, realizó la compra y se fue rápido. Cuando vio que ya no había rastro de él, su respiración volvió. Aferro la bolsa de ropa a su cuerpo, y buscó un restaurante en cual pudiera recuperar las fuerzas gastadas. Se decidió por algo rápido, Starbucks.
Jack ordenó un café y un beagel, era el local menos saturado y más seguro, o eso creyó. Espero en la barra hasta que mencionaran su nombre. Lynn algo apurada ordenó lo mismo que él chico sin si quiera imaginarlo. En lo que esperaba fue al sanitario.
Jack miraba sus menciones en Twitter por lo que nunca escuchó su nombre, solo vio su orden en la repisa y la tomó. Lynn salió más tranquila y recorrió el lugar hasta llegar a la barra donde entregaban los pedidos, y tomó el que marcaba que contenía su comida, pero no vio el nombre en la bolsa, tampoco lo hizo Jack. Habían invertido la comida, Jack tenía la de Lynn y ella tenía la de él. Justo cuando Jack iba a abrir su pedido notó la inscripción del nombre de Lynn con tinta roja. Y viró hacia su izquierda para buscar a la chica, la vio caminando con prisa. Era ella, la misma chica que había dejado en Los Angeles, con la diferencia que ésta lucía más grande y estaba mucho más guapa de lo que la recordaba. Supo lo que tenía que hacer, corrió hasta ella, sin importarle mucho lo de la comida, solo sería la perfecta excusa para tenerla cerca una vez más.
Lynn había notado el pequeño detalle de que tenía la orden de Jack Johnson y sintió un mareo. Caminó tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Escuchó como alguien corría detrás de ella y hasta deseo que fuera un ladrón. Pero no fue así, solo era Jack, cuando estuvo a un metro de distancia gritó.
- ¡Lynn!- repitió más de una vez.
Se rindió la chica y accedió al llamado del rubio deteniéndose. Por fin lo encaró.
- Creo que esto es tuyo- extendió la bolsa amigablemente.
- Si, supongo que esto también - la chica de ojos grises respondió desinteresada.
Al obtener su comida, no encontró motivos para quedarse así que siguió, resistió las ganas de correr, abrazarlo y de reclamarle el por que de su ida.
Él no pudo quedarse quieto y con osadía gritó.
- Te extrañé demasiado Lynn- que fue audible para la pelirroja.
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Esto oficialmente terminó.Aún falta el de agradecimientos, y la posibilidad de que haya una segunda temporada.
Las quiero chicas ❤️
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Beauty queen falls in love » Jack Johnson |BOOK #1|
Random— ¿Yo enamorarme? ¿Acaso te encuentras bien?—Preguntó la pelirroja indignada por aquella pregunta. —Cualquiera se puede enamorar, es algo que no eliges, es algo que no controlas, tú no eres la excepción Lynn—Contestó el ojiverde, para después compr...