Un día te fuiste
Llegó la hora del té
Y cuando solo en la mesa
Con tus cactus me encontré
Te extrañé.
Pasaron los días
Y ellos con sus espinas
Levantadas como puños
Me acusaban
Así que dejé de ir al comedor.
Encontré un restaurante,
Estaba al final de la calle y te vi
sonriendo al otro lado de la banqueta
y asumí que habías muerto
tú nunca reías.
Almorcé y guardé silencio
Por tu triste cadáver
Que ahora alguien más poseía
Bebí el café, tomé la sopa
E hice un avión con la servilleta.
Y mientras él yacía en un charco
Entré al comedor de tus cactus
Y ahora yo les eché la culpa
Arranqué una a una sus púas
Y los metí en un baúl oscuro
Algunas semanas después
Tocaron la puerta y abrí
Era una no tú
Algún extraño cadáver risueño
Que buscaba no sé que planta desértica
No se parecía a ti, pero tenía tu voz.
No eras tú, pero tenía tus gestos
¿Quién era y por qué tenía tus ojos?
¿De dónde era?
¿Y por qué caminaba con tus pasos?
La invité a tomar un café
Y mientras esperaba la bebida,
eché tus pinturas en la taza
Y encima de ellas vertí
El negro sobre y caliente agua
Fueron dos jarras y como arrullada
Se durmió frágil sobre la mesa
La llevé a la azotea y la desarmé
Mientras llovía afuera
y los gatos maullaban sobre el tejado.
Le puse de ojos dos luciérnagas
que tomé del bosque
después que las besaras
y que guardé en un frasco
sin saber que te las regresaría
vertí dos frascos de pintura
amarillo, rojo y verde
sobre su vientre
azul no porque ya se la había
totalmente bebido.
Coloqué púas de tus cactus
Ente sus tersos cabellos
Y los peiné en trenzas
Que se descolgaban como enredaderas
por sus hombros.
Le eché barniz en los labios
Hojas de higuera en sus pechos
Flores de ciruela en los pies
Y esperé que un rayo de la tormenta
Al impactarla la despertara.
Pero me quedó tan bien
Que antes de eso se levantó
Azotó la puerta molesta
Tomó sus cactus sin púas de la mesa
Y tal como tú, se fue.
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Criatura de cactus
PoetryEs una pequeña historia de alquien que quiso crear a un monstruo como Frankestein, eso y cactus