26. SEGURIDAD

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"Quiero estar contigo,
es tan simple y tan
complicado como eso."
—Charles Bukowski

El superintendente de la ciudad sorprendentemente despertó de buen humor, aún sabiendo que tenía pendiente arreglar algunas cosas que se salieron de sus manos. Pero era feliz aún así, estaba comenzando una nueva etapa en su vida: una relación con Gustabo García, el hombre que entró en su vida sin su permiso y le abrió los ojos a Jack, enseñándole que podía volver a amar.

Se comenzó a preparar, más coqueto de lo normal. Se engominó el pelo, se puso uno de sus trajes y su típica corbata, apretándola bien para que se ajustara al cuello de la camisa. Miró su móvil, comprobando la fecha y la hora.
Ese día llegaría más tarde al trabajo.

Se adentró en el parking y caminó en dirección a su coche, entrando y arrancando el motor como habitualmente. Esta vez se desvió, cogiendo una diferente carretera de la que le llevaba a comisaría.
Estacionó el coche y se bajó, llegando a una pequeña floristería y comprando claveles blancos, oliéndolos con una sonrisa apenada.

Comenzó a caminar con las flores en mano, tratando de no resbalarse ni caerse en el barro que estaba pisando para llegar a su ubicación deseada.
Continuó andando hasta llegar a un precioso árbol, gigantesco. Posó los claveles cerca de este árbol, tocando el tronco y las imperfecciones que este amaba.

Me he acostumbrado a tu ausencia... Julia.— susurró para sus adentros, arrodillado ante esta gran plantación, acariciando la hierba que empezaba a apoderarse del tronco.

Y te he hecho caso. Estoy siguiendo con mi vida, estoy muy feliz. — Rió, notando como una lágrima asomaba. — Se siente extraño de todas formas. Estoy tan confundido por mis sentimientos...— pausó, mirando hacia las hojas que caían del árbol, donde una cayó sobre su hombro. — Gracias, Julia. — cogió la hoja, jugueteando con ella ahora. —Gustabo... tiene tus mismos ojos. A veces me entristece mirarle y recordarte. — suspiró.

Un tono de llamada proveniente de su teléfono interrumpió su balada, provocando que este sin mirar ni siquiera la pantalla le quitara el volumen.

No quiero perderle como a ti. Lo estoy intentando, es el indicado, lo sé. — El viento movía las hojas del árbol. Jack bajó la mirada a las flores, una mariquita subiéndose encima de los pétalos. —No cometeré los mismos errores.— Se levantó, limpiándose las rodillas y rápidamente volviendo a su coche.

Una vez dentro ya sentado, miró el teléfono. Veinte llamadas perdidas de Castro, toda una desesperada.
Antes de que pudiera devolverle la llamada, la mujer volvió a llamar, ahora Jack cogiéndoselo de enseguida.

Cla—...

Al fin, ¡joder! — Exclamó la mujer a través de la línea. —Necesito explicaciones, lo sabes. — ni siquiera dio los buenos días.

Si Clara... Buenos días a ti también. — Suspiró, apoyándose en su propia mano, mirando por la ventana. —No sé qué quieres que te explique, fue un malentendido.

Conway, te conozco desde hace años. García no parece un simple subordinado. — Delató Castro, se le escuchaba con papeleo.

Castro...

Jack, no pasa nada que te guste alguien, en algún momento tenías que seguir con tu vida. ¿Pero justo él? ¿Gustabo? No es ético. — No dejó hablar en ningún momento.

Ni siquiera me dejas contarte. — Alzó la voz el hombre, recibiendo un silencio. —No me gusta García. Se nos fue de las manos y ya. —Se excusó, consiguiendo una risa de la pelirroja.

30 Entrenamientos. [INTENABO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora