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La vida de Kotetsu experimentaría un cambio inesperado tras llegar a esa mansión y conocer al enigmático joven dueño de ella. No obstante, no pensó en convertirse en la...
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La cara de sorpresa era notoria a mil cuadras del lugar. La presencia de ese corpulento hombre que se mantenía observándolo fijamente por los máximos 3 minutos de su vida lo hacían sentirse inmóvil.
Ni bien ya se estaba muriendo internamente. Una mano había tocado otra vez su hombro.
«¿Qué tienen con tocarme el hombro?»
-¿Está aquí el joven Tokito?
La mano en su hombro lo sacudió ligeramente, y finalmente, pudo recobrar algo de compostura. Volvió la mirada hacia el hombre corpulento que lo observaba con tanta intensidad, tratando de mantener la calma a pesar del torrente de emociones que lo invadía.
-Sí, está aquí... -respondió con voz temblorosa, señalando hacia el interior de la casa.
El hombre corpulento asintió con gesto serio y se adentró en la morada, dejando al kotetsu con la sensación de que había sido sometido a un examen minucioso, aunque no entendía del todo cuál era su propósito.
Mientras tanto, en el interior de la casa, Muichiro caminaba hacia la puerta donde debería estar el anteriormente mencionado y quien sea que haya tocado la puerta.
«Espero y no sea el estúpido de Gyokko.»
Mientras se acercaba al objetivo, pudo ver a un hombre de elegante vestimenta anilizando el interior de aquella mansión.
-¿Quién eres?
El reloj de alta gama que lucía en su muñeca marcaba los segundos con precisión, llenando el ambiente de un silencio tenso que fue interrumpido por los pasos apresurados de un tercero ascendiendo las escaleras en busca de un teléfono u otro objeto.
-Te hice una pregunta- Declaró con firmeza.
Los oscuros ojos del hombre se encontraron con los distintivos ojos de tono menta del joven, y en ese instante el corazón del cantante dio un brinco de nerviosismo. La intensidad de la mirada de aquel hombre pareció penetrar su mente de alguna manera, dejándolo momentáneamente desconcertado.
-Mi nombre es Michikatsu Tsugikuni -respondió finalmente con una voz que resonaba con autoridad-¿No me recuerdas?
Muichiro se quedó inmóvil, su mente luchando por conectar los recuerdos dispersos de su infancia con el hombre imponente que tenía delante. La mención del nombre Michikatsu Tsugikuni evocaba imágenes borrosas y conversaciones susurradas entre adultos que él, siendo un niño, apenas entendía.
-No...Recuerdo... -comenzó Muichiro, su voz aún insegura.
Michikatsu asintió, una sombra de sonrisa cruzando su rostro por un instante.
