Capítulo 11. Encuentros en Siena

43 8 33
                                    

Visitamos montañas, bosques, lagos y cascadas, donde dejamos una muestra de nuestra aventura, con un beso que nos unía en algo más que solo un viaje juntos.

Mientras el fuego crepitaba en una tranquila noche despejada, descansábamos junto a una fogata en un improvisado campamento donde solo estábamos nosotros en la cima de una montaña.

—¿Tienes frío? —preguntó Iker, pasándome una taza de té recién preparado.

—Estoy bien.

Me apoyé en su hombro cuando se sentó a mi lado, mientras nuestros pensamientos danzaban junto a las llamas del fuego.

—¿Cuáles han sido tus mejores vacaciones? —preguntó.

—¿Después de estas?

Reímos y me tomé un momento para pensarlo. No es una pregunta usual, pero de algún modo, tenía la respuesta lista en mi cabeza.

—Tenía 15 años. Mi madre decidió que ya éramos lo suficientemente grandes para acompañarlos a uno de sus viajes. Así que los 5 tomamos un avión a Isla de Pascua. Rapa Nui —aclaré, en caso de que lo conociera por ese nombre—. Rentamos unas bicicletas y recorrimos la isla pedaleando. Buceamos, caminamos y subimos volcanes. Fue una experiencia maravillosa. Por primera vez creí que podría seguir a mi madre en esta aventura, acompañarla en sus viajes y no solo oírlo como cuentos de fantasía. El resto... ya sabes la historia.

Rodeó mi espalda con su brazo, en un gesto silencioso de comprensión. No había necesidad de decir nada más, solo estábamos ahí, refugiados por el fuego bajo un cielo estrellado, abriendo nuestros corazones.

—¿Y tú? ¿Tus mejores vacaciones?

—¿Estas? —respondió, riéndose.

Le di un codazo juguetón, insistiéndole en que me contara un poco más, pero según él, había planeado este viaje mucho tiempo y por eso eran sus mejores vacaciones.

—¿Y has pensado en el trabajo? —quise saber, cambiando el tema.

—No. No hay nada que pensar, ya tomé una decisión.

—¿Lo aceptarás?

Negó con la cabeza.

—No. Después de lo que he vivido en este viaje, me convencí de que no es eso lo que quiero hacer.

—¿Y eso es...?

Dejé la frase en el aire esperando que la completara. Iker tomó mi mano y enredó sus dedos en los suyos, antes de llevársela a los labios y dejar un beso en el dorso.

—No nos preocupemos por eso ahora.

—¡Pero quiero saber! —insistí, ocultando la frustración que me producía que no me hablara de sí mismo. ¿De qué se trataba este trabajo?

—¿Por qué tienes tanto interés?

—Porque sí. ¿Qué importa que me lo cuentes? Ya dijiste que lo rechazarás, así que vamos, dime.

Tomó aire, rindiéndose. Se acomodó un poco más a mi lado, apoyando su cabeza sobre la mía, mientras nos perdíamos en las llamas que danzaban frente a nosotros.

—Es un puesto muy importante. Básicamente, dirigir una compañía con todas las responsabilidades que eso implica. Es un buen sueldo. Un muy buen sueldo —exclamó, conteniendo una risa—. Pero no sé si quiero que mi vida pase entre el estrés, cálculos de riesgo y reuniones que solo me harán perder el tiempo. No es lo que quiero para mí.

—¿Qué compañía?

—Una agencia de viajes. Global Travel. Ahora mismo trabajo ahí, pero llegó esta oportunidad y... no importa. No es lo que quiero.

Donde el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora