Capítulo seis

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Varios días habían pasado después de esa charla interesante en el bosque. Ese día me quiso presentar a su familia, pero yo no quise. No me parecía bien, ¡apenas nos conocíamos!

No podía contarle a Jason que hablé con Ian. Se volvería loco y no me dejaría de seguir hasta que me aleje de él por completo como le gustaría que haga.

Le mentí sobre mi sábado, le dije que había estado en casa y que había dormido gran parte del día. No sabía que mis mentiras resultaran tan creíbles; o que él me quisiera tanto como para creerme cada cosa que le digo.

"Yo sé lo que hiciste el sábado por la tarde. No querrás que tu madre se entere, ¿no?" fue el mensaje que llegó a mi celular de un número desconocido. Traté de recordar a quién le había pasado mi número telefónico. Jason, Jessica, Ella, Mike, Hanna, Ian, Alice... Solo a personas que conocía. ¿Cómo alguien podría mandarme un mensaje de texto si nadie más que ellos tenía mi número? Confiaba en mis amigos nuevos lo suficiente para saber que ellos no se lo pasarían a nadie. Además, ¿quién puede saber más que Ian que estuve con él en el bosque? ¿Había personas espiando? No lo sabría nunca ya que a mí alrededor fue en lo que menos me fijé estando con Ian. ¿Habrá sido él? Estaba decidida a preguntarle después de clases. "¿Nos podemos ver en el almuerzo? Tengo que preguntarte algo" fue lo que le escribí. Rápidamente me contestó que sí.

- Hola Em – me dijo acercándose a mí después de saludar a sus hermanos en la cafetería –. ¿Qué era lo que me querías preguntar? 

- Mira, si lo que quieres es que me asuste con mensajes anónimos no lo vas a lograr – le dije sin miedo.

- ¿De qué estás hablando? – me miró sorprendido. Era obvio que no había sido él o actuaba demasiado bien. 

- Me llegó este mensaje hoy por la mañana – dije mostrándoselo después de ponerme roja como un tomate –. No sé quién me lo mandó, no tiene firma y su número está bloqueado. La verdad es que no tengo miedo de quién sea, pero mi madre no se puede enterar que fui al bosque porque no me dejaría salir jamás. Según ella es muy peligroso.

- Yo no te he enviado esto. Además, tú tienes mi número telefónico y no tengo el número bloqueado. No te preocupes por esto, yo me voy a ocupar. Quién sea que te esté molestando, no lo hará más.

¿Por qué me quería "cuidar" tanto? Apenas nos conocíamos y lo había acusado de estar acosándome por mensajes de texto sin razón. ¿Por qué tanto interés en mí? Jamás me había pasado algo así. En California los chicos solo me miraban para reírse de mí junto a sus novias, las típicas animadoras perfectas.

Días más tarde dehablar con Ian de esta situación los mensajes empezaron a aumentar."Pobre Ian, intenta encontrarme pero los dos sabemos bien que eso nosucederá. Todavía te queda tiempo para averiguar de dónde viene tu amiguito"fue el último mensaje. Eran constantes, cada hora llegaba uno distinto. Averigüécómo encontrar a una persona desde un número bloqueado pero no encontraba nadaque pudiera hacer por mí misma. Sabía que en la escuela había un chico quearreglaba los celulares que las compañías no podían. Tendría quepreguntarle a él cómo podría hacer. 

- Hola, soy Emily Swan – dije acercándome a él a la salida delcolegio –. Me dijeron que vos arreglabas celulares, ¿es así? – élasintió. 

 - Soy Caleb. ¿Qué necesitas? 

- Necesito saber si puedes rastrear un número de celular bloqueado. }

- Va a ser difícil, pero sí puedo. ¿Por qué? 

- Hay alguien que me está acosando con mensajes extraños. Y realmente necesitoque me deje en paz. Busqué cómo hacerlo yo pero no estaba a mi alcance. 

- No te preocupes. En una semana lo averiguo – dijo sonriéndome. Era unapersona agradable –. Suelo cobrar algo de dinero por estos trabajos pero no lovoy a hacer contigo. Eres la amiga de Hanna y creo quepuedes devolverme este favor con otro favor... – me pidió si podía hablarle de éla Han y con gusto acepté. Sabía que ella moría por él pero ningunade las dos imaginaba que él iba a estar interesado en ella.

Me sentía rara por pedirle ayuda a otra persona mientras Ian estaba tan entusiasmado en ayudarme, pero no podía esperar a que él lo hiciera y a su manera... A su manera, ¿qué manera? La de un matón de secundaria, la de un hombre malo.

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora