Me encontraba corriendo dentro de un hospital abandonado, las paredes estaban un poco sucias, en el suelo había restos de lo que parecía ser las lámparas que iluminaban antes ese hospital, había también roedores muertos, y unos cuantos animalillos que vi mientras corría descalza por el abandonado hospital. Mientras corría de vez en cuando volteaba para ver si ese extraño ser me perseguía para matarme.
Sentía que mis piernas dolían, no podía correr más, es como si mis ganas de vivir se hubieran esfumado sin más; me importaba poco morir en esos momentos, pero en mi mente creé un plan del cual pensé que saldría con vida de aquel misterioso hospital.
A lo lejos vi una habitación del hospital, pero era algo rara, ya que tenía dos entradas por ambos lados, uno era de donde antes estaba la puerta, y del otro lado la pared está destrozada pero era como si la hubieran cortado en una impecable línea recta.
Mi plan era el siguiente:
"Entraría por el lugar donde estaba antiguamente la puerta de la cual no había rastro al rededor, si esa persona o cosa me seguía, entraría por el otro lado para "acorralarme" y dejarme sin salida, mientras que yo saldría por el lado de la "puerta" y huirá del hospital y regresaría a casa o buscaría ayuda"
Pensé que mi plan resultaría exitoso, así que cuando llegué a esa extraña habitación hice exactamente lo que pensé, entré por la "puerta " y pensé que ya lo tenía cuando vi a la persona que había "entrado por el otro lado"; no fue así, me hizo ver qué "entró " pero después fue rápidamente a la "puerta" Y ahí me tomó del brazo fuertemente impidiendo que pudiera liberarme de esa persona.
Una vez que me capturó, me tiró en la cama, la cual estaba limpia y muy bien tendida, lo cual se me hizo extraño también el que la luz de esa habitación funcionaba perfectamente bien; una vez que me dejó en la cama, se puso sobre mí y me agarró de las muñecas para evitar que pudiera escapar, quise dar patas pero mis piernas nos reaccionaban.
Cómo la figura de la persona cubría la luz de la habitación, pude ver perfectamente su máscara, era blanca, con la parte de los ojos completamente negros, y una sonrisa que parecía que estuviera escurriendo, como si se hubiera derretido.
Se acercó a mi cuello, lo olió un poco y después se acercó a mi oído y me susurró con una voz algo gruesa y cansada por la persecución:
"No soy quien crees que soy... Soy yo... El verdadero..."