Es su culpa que ahora estuviera solo, es su culpa que ahora no puede darle los buenos días a su hermano pequeño en la mañana antes de ir a una misión y es su maldita culpa porque pensó que podría escapar de la vida que lo había atormentado durante t...
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—¡Y luego los profesores de matemáticas y el ciencias dijeron que nunca habían visto a un niño tan inteligente como yo, onii-chan!
—¡Eso es tan bueno, Choso-nii! Me alegro que además de mí haya personas que puedan reconocer tu gran intelecto —dijo feliz, acercando un poco más el teléfono a su oído para así evitar que la voz de su hermano sea escuchada por el bastardo que estaba en la misma habitación que él—. ¿Y como son todos allá? Te tratan bien, te dejan jugar y te dan tu comida siempre en tus horarios, ¿verdad, Choso-nii?
—Sí, onii-chan, todos son muy amables conmigo aquí —respondió para luego soltar una pequeña risita—. Siempre me preguntas lo mismo cuando llamas, onii-chan.
—Bueno, solo quiero asegurarme que mi persona número uno esté bien y a salvo, no puedes culparme por eso, ¿o si?
Siguieron platicando un rato más sobre como le estaba yendo a cada uno en sus días, con Choso contándole que ya sabía como preparar y hacer una torta mientras Yuuji le comentaba sobre lo ocupado que está la mayor parte del tiempo por el trabajo y como quisiera poder tomar un descanso para ir a verlo.
—... Onii-chan.
—¿Si, Choso-nii?
Un breve silencio se produjo en la llamada, haciendo que Yuuji frunciera un poco el ceño preocupado.
—¿Estás bien? ¿Pasó algo que no quieras decirle a tus cuidadores? —preguntó, mordiéndose el labio inferior. No quería darle gusto al maldito de escucharlo referirse a él como si fuera alguien a quien respetar, no lo merece, lo odia y por eso todo su ser odia lo que está a punto de decir—. Por Choso —Se recuerda mentalmente, forzándose a seguir adelante—. Si alguien te hizo algo puedo pedirle a Sukuna-sama que se encargue del problema y que te ponga nuevos cuidadores —dijo, ignorando con todas sus fuerzas la risa que soltó su estúpido jefe al escucharlo tan domesticado.
—No es eso.
Bueno, eso sin duda lo relajó de sobremanera, al menos era una preocupación menos.
—Oh, entonces si no es eso, ¿qué es? Sabes que puedes decirle todo a tu tonto onii-chan —comentó.
Hubo otro silencio por parte de la otra línea, hasta que se escuchó una pequeña respiración.
—... ¿Me quieres?
La pregunta desconcertó al pelirosado haciendo que se detuviera en su sitio y frunciera levemente el ceño.
—Claro que te quiero, Choso-nii, te adoro, eres lo mejor que pudo haberme pasado. No sé que haría si alguna vez te perdiera —Se apresuró en responder—. ¿Por qué pensarías de esa forma, Choso-nii? ¿Alguno de tus maestros o guardaespaldas te dijo que algo al respecto e intento meterte esas ideas en la cabeza? —preguntó tratando de sonar lo más amable posible para que su hermano menor no se diera cuenta de su cambio de humor.
