Tu sonrisa fue cálida, me mataba esa mirada tan cautivadora de brisas. Sentí que corriste de prisa a la profundidad de trizas, vistiendo con una escarlata, marcando tu superioridad. Me daña aquella marca que trataba de enseñar mi lugar. Tú, tú me mentiste, simplemente me llamaste tu mejor peón. Con ardor escribí mis notas que hoy son otras cosas que me cortan la garganta.
Sin duda eres mi gran ilusión, y dime, ¿con qué me torturarás hoy? Tiraste y dio el número más alto del dado. La lluvia empeora, se escucha con tus risas causando mis miserias. Seré tu sombra; algún día me rebelaré y te traicionaré. Disfrutaré ver tu sangre en mis manos, manchando la nieve, enterrando tu cuerpo, que alguna vez toqué. Mi voz sonará y sanará tus heridas más profundas; ya no podrás salir del abismo.
Sé que te juré lealtad, pero yo quiero paz. El fuego te marchitará en las llamas de soledad, la hiedra a la sombra te ocultará, mis labios te arrastrarán al mar, solo la luna te iluminará. Aunque este mal mañana lloraré por lo que expresé, al final de cuentas yo te daré lo que nadie más hará.
El rojo ha sido mi color favorito, por la sangre que corre a mi alrededor, lleno de pasión combinado con dolor, ese amor que se desvaneció. Aceptarlo, este sentimiento nunca existió. Ninguno de nosotros lo sintió; en realidad no tiene sentido seguir con esto, solo nos dañamos y nos usamos para acabar con el sufrimiento nuestro.
Llego a pensar que solo creímos que estuviera colorido. Dime realmente esto explícito, realmente esto es lo que quisimos. Realmente esto es nuestro destino, nos amaremos juntos, nos queremos juntos, nos torturaremos juntos, simplemente es algo que no se puede dejar caer. Solo sé que esto no lo olvidaré. Me arrepiento por llegar a creer que todo esto fue lo que merecí. Pagaré mi condena, mientras el cielo se cierra en el sótano ahogado, solo y despiadado. Me encuentro ahorcado, amarrado, pensando si realmente fue correcto amarnos.
En la oscuridad del sótano de mi infancia, con eficacia se oyen mis gritos sin perdón a quien los causó. Ese amor fue mi avidez que aprendí a ver y expresé. Somos dos almas enfermas, envenenadas por un amor febril, atrapados en un torbellino de obsesiones y delirios sutiles. Más útil nos hace sentir hostil; mi hobbie fuiste tú. El tiempo pasó y la oscuridad se convirtió en mi único refugio. Los recuerdos de lo que fue y de lo que nunca será me atormentan. Tu voz aún resuena en mi mente, susurrando promesas vacías que una vez creí. La oposición de nuestro deber no lo dejo. Ahora me encuentro en tu puerta, esperando respuestas, comenzando con un poema a una historieta sin fin de sentimientos que se han evaporado, estando como perro sentado esperando su dueño.
La espera fue larga, sin rastros ni nada, mis lágrimas caían, dañando mi sonrisa. Quizás me equivoqué, nunca debí acceder, desde que vino mi risa a desaparecido junto mi destino. Ya me cansé.
En un instante me levanté, quebrando la poesía del relato. Mis pasos apenas avanzaron dirigiéndome a otro destino, mientras mi mente recomponía los fragmentos de cómo llegué aquí, creyendo que el final de mi sufrimiento terminó.
Apenas caminé y me choqué con alguien que no quería ver,
-De nuevo con lo mismo- Fue lo primero que dijo dando una afirmación en su voz cansada e despiadada.
-Si, desde luego no tiene que ser tan malo esto-
Respondí con mi voz algo quebrada por la tristeza que me consumía.
-Me agradaría saber que ya te controlaste, mas no avanzaste- Dijo frió el contrario.
Era cierto, mis mente me tenía atrapado en mis adentros que no me dejaba avanzar.
-Siendo sincero no se que está pasando- dije algo deprimido.