Prólogo

6 1 0
                                    

Los gemidos que salen de mi habitación me taladran los oídos. Años de mi vida tirados a la basura al lado de un imbécil, coronel de las fuerzas especiales.

Le di mi vida, y perdí mi libertad por él, pero no más.

Abro lentamente la puerta de la que fue mi habitación desde los 13 años. Los protagonistas de la repugnante escena erótica frente a mis ojos, no se dan cuenta de mi presencia sumidos en su nube de lujuria.

Mis pies descalzos — me quité los zapatos al entrar– acarician la suave alfombra que silencia mis pasos.
Camino lentamente hasta el tocador y me siento, observando la escena frente a mi y escuchando los gemidos de ambos.

Dirán que soy masoquista o que tengo algún problema mental, pero la realidad es que me estoy grabando a fuego la imagen en mi mente,  marcándola como un tatuaje en mi memoria, para no repetir los mismos errores del pasado.

Ellos terminan de darse placer carnal y supongo que se duermen, porque la habitación se sume en un silencio profundo, dónde solo se escuchan sus respiraciones profundas.

Conozco esta habitación como la palma de mi mano,. Así que estiro un poco mi mano hasta alcanzar la botella de whisky que dejé en la mañana junto al tocador y doy un trago directo de la botella.

No sé cuánto tiempo pasa. Pero siento que se despiertan,  me acomodo mejor en la silla, — espalda recta, piernas cruzadas y máscara de acero—  y espero pacientemente a que prendan la luz.

Él se levanta y se asusta con mi presencia y yo, yo sonrío como si estuviera presenciando la obra de teatro más divertida del mundo.

– Nena ... No es... – las palabras salen atropelladas de su boca.

– Shhh, cálmate amor – hago un gesto vago con los dedos restándole importancia, y sonrío, sonrío grande – No te estoy pidiendo explicaciones – continúo hablando con voz suave, como cuando le estás explicando algo a un niño pequeño.

– Mi vida, perdóname – dice con miedo en la mirada.

– Solo tengo una pregunta, ¿Qué se siente? - él me mira confundido.- ¿ Qué se siente practicar zoofilia?

– No entiendo que quieres decir.
Yo sonrío con suficiencia, y pensar que un día me atrajo su supuesta inteligencia. Con todo el sarcasmo que puedo juntar  le doy una pequeña explicación

– Zoofilia querido mío, es el gusto por tener sexo con animales, te estarás preguntando ahora¿ Con qué animal he tenido sexo? Pues bueno, teniendo en cuenta tu mal gusto, a excepción mía por supuesto, una perra no es lo que está en tu cama, las perras son muy lindas, sería una ofensa a los pobres animalitos. Una zorra tampoco, a pesar de lo que se piensa, las zorras son finas y solo se juntan con los de su especie. Supongo que esa que está en tu cama y me mira asustada, se asemeja más a una cucaracha, insignificante y asquerosa, aunque debe tener algún injerto con ratas, sus ojos parecen los de una. Últimamente me asombro con los avances biológicos. Jajaja

La susodicha me mira con lágrimas y rabia brillando en sus ojos, su autoestima debe estar en el piso. Y él, me mira con rabia, miedo y algo más, supongo, que a nadie le gusta que lo humillen, así sea en privado. Creo que mi risa sarcástica fue lo que más le incomodó.

— Nena ...

— No me digas así, más nunca en tu cochina vida .... Miserable.
Me levanto con toda mi elegancia y dejo la habitación como si estuviera en una pasarela. Los sollozos a mi espalda son música en mis oídos.  Salgo de la que un día llamé casa, solo con lo que tengo puesto. Descalza, con jean de tiro alto blanco y un suéter cuello de tortuga también blanco, es todo lo que tengo.

Sin dinero, sin casa y sin familia. Solo yo, mis conocimientos y mi inteligencia. De vuelta a la calle.

«el buen hijo regresa a casa»

INMARCESIBLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora