Capítulo diez

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No me quedaría con los brazos cruzados sin hacer nada al respecto. Leí más libros y en ellos decía prácticamente lo mismo que en los otros. Busqué alguna foto en internet y no me apareció ninguna, salvo la de Drácula.

- ¿Cómo dudas de una cosa así? El profesor de historia nos hizo leer esa historia cinco millones de veces, ¿no te acuerdas? – me decía Jessica. 

- Dudo porque no tiene mucha coherencia. 

- No eran como Drácula, pero eran algo parecido. El bisabuelo de mi padre murió por ellos. Lo encontraron hace unos años enterrado en medio del bosque. 

- ¿En medio del bosque? Ellos los enterraban en las afueras de Rosewood, donde terminaba el bosque. 

- Los enterraban por todos lados – dijo una voz masculina detrás de mí. Era Jason. 

- ¿Cómo lo puedes saber? No sabemos si los libros mienten o no. 

- Ya sé a qué vas. Quieres ir a Mystic Falls, ¿verdad? – sonreí al saber que me había entendido. 

- Sí, pero Alice no quiere que vaya. Dice que quizás me desaparezcan como a los investigadores que viajaron –reí irónica. 

- Eso pasó antes de que tú llegaras a Rosewood – me dijo Jessica. Quedé helada –. Esas personas tampoco creían lo que había pasado y así terminaron. Piensa bien lo que harás, Emily – dijo antes de irse un poco molesta. 

- ¿Eso es verdad? – pregunté con la cara llena de espanto.

- Sí, un mes antes. Se decía que ellos podían sentir el miedo, leer mentes y escuchar conversaciones a lo lejos. Suponen que eso pasó pero nadie puede confirmarlo porque los cuerpos todavía no se han encontrado. 

- Seguramente estén donde termina el bosque, allí nadie busca. Es demasiado lejos.

- ¿Qué? ¿Cómo sabes que el bosque se termina? ¿Fuiste allí? – me dijo, el espantado ahora era él. 

- No, lo leí en un libro de la biblioteca. ¿Por qué? 

- Es imposible llegar allí sin un helicóptero. Caminando es un calvario. Además hay que cruzar un río.

- ¿Cómo sabes eso tú? ¿Fuiste allí? – lo acosé a preguntas como él había hecho conmigo. 

- No, claro que no – se puso nervioso –. ¿Cómo voy a ir? Vamos a clase que llegamos tarde – empezó a caminar rápido. Ahora parte de mis dudas estaban puestas en él. ¿Qué escondía Jason? ¿Qué era lo que todo este maldito pueblo escondía?

Los días pasaban y yo seguía sin descubrir nada. Recorrí toda la biblioteca y leí todos los libros que hablaban sobre el tema pero de ninguno encontraba las respuestas que necesitaba. Uno de ellos hablaba de otra guerra de la que nadie habló jamás y que por eso ese libro estaría sancionado. Lobos versus humanos. Eso era más creíble, los lobos al querer defenderse luchan contra su cazador. Seguí leyendo un poco más. 

- ¿Qué? ¿Hombres lobo? ¿Qué clase de pueblo es este? Solo falta una guerra entre el conejo de pascuas y los humanos – dije irónica sin saber que alguien me estaba escuchando. Ese alguien era Ian –. ¿Q-qué haces aquí? No te vi entrar.

- Nadie me ve entrar a ningún lado. Puedo estar en tu habitación en medio de la noche y que nadie se dé cuenta – eso me asustó. ¿Era verdad? Desde ahora dormiría con mi madre. Rió al ver mi expresión –. No te asustes, no lo hago. ¿Qué buscas? – dijo sentándose frente a mí. 

- La verdad. Ahora parece que hubo una nueva guerra entre "hombres lobo" y humanos. Quiero vivir cuando luchen contra el conejo de pascua o el hada de los dientes – dije irónica.

- Esa guerra nunca existió – dijo Jason apareciendo –. Los lobos son amigos de los humanos. 

- Campanita también. ¿Lucharon contra ella? – seguí con mi ironía. Amaba ser así.

- No, no creo que se pueda porque no la verían – dijo Ian con humor. Jason le lanzó una mirada fulminante –. Respecto a los lobos, quizás existió esa guerra. Antes que los adiestren – dijo mirando de la misma manera a Jason. ¿Qué clase de rencor u odio existía entre ellos? 

- No creo que los hayan adiestrado. Puedo traerte algunos en este momento para que te coman vivo. 

- No gracias, quiero seguir viviendo unos años más. Voy por los 107 – bromeó... ¿Bromeó?

¡Emily! ¿En qué planeta vives? ¿Cómo no va a estar bromeando? Es imposible que una persona viva ciento siete años en perfectas condiciones. Además se notaba muchísimo que Ian no pasaba de los diecisiete/dieciocho años.

Traté de entender qué clase de rencor u odio existía entre ellos si prácticamente no se conocían. O al menos eso tenía entendido.

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora