Capítulo once

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La duda de la real existencia de esas dos guerras (sí, ahora eran dos) crecía cada día más. Los libros no hacían más que contar cosas exageradas e internet solo me mostraba fotos de Drácula y el Hombre Lobo (el de la película). No entiendo el porqué de que no aparezca nada en ningún lado. Son guerras, no son peleas callejeras como para que nadie les de importancia. Mi indignación me superaba tanto que se tornaba en un mal humor constante que afectaba a varias personas. Las trataba mal y después me arrepentía, y me cuesta demasiado pedir perdón porque es como perder mi orgullo. Y eso era lo último que puedo perder. 

Vivía en la biblioteca aunque no llueva, había noches en las que no dormía leyendo en internet y buscando cosas sobre esos años y sobre el pueblo. Muchos decían que me resigne, que no iba a lograr nada quedándome horas y horas pensando y especulando con cosas. Pero aun así, yo no me rendía. Nunca me rindo y menos ahora.

Pasaron cuatro meses desde que empecé con todo esto. Como ya dije, mi mal humor afectaba mis relaciones sociales. Con Jason las cosas estaban bien, era imposible enojarme con mi mejor amigo. Con Jessica, Hanna y las demás chicas las cosas no estaban del todo bien pero no estaban tan mal; me alejé un poco de ellas por todo esto de la investigación por lo que decidí organizarme para poder investigar y salir con ellas como tanto me lo pedían. En cambio, con Ian las cosas no estaban para nada bien. Todavía no sé por qué, pero ya ni me hablaba y a la escuela mucho no iba. Tampoco entendía por qué yo estaba tan relajada y no me interesaba mucho Ian. ¿Estaba perdiendo amor por él? Sonreí sola al pensar eso mientras cenaba. 

- ¿A qué se debe esa sonrisa? – preguntó mi madre.

- A nada – dije y seguí comiendo. 

- Mira Em, yo sé que a ti te gusta investigar y estás muy intrigada con lo de la guerra, pero no puedes estar de mal humor todo el tiempo porque no logras encontrar nada. Yo no te estoy pidiendo que abandones nada, porque jamás te dejaría abandonar algo que realmente quieres, pero te pido que tomes las cosas con más tranquilidad, hija. 

Ella tenía razón, no iba a abandonar la investigación pero tampoco tenía que abandonar a las personas que quería ni mucho menos lastimarlas con mis dichos y actitudes. Decidí que ya no me haría "mala sangre" por no encontrar lo que quería, en algún punto de la vida si buscas de buen humor las cosas aparecerán.

- ¿No te parece queestás un poco obsesionada con esto? Deberías distenderte, salir un poco. Unhelado quizás – dijo Jason trayéndome más libros de historia delsótano de la biblioteca. 

- ¿Es una cita? – le dije sin mirarlo. Estaba concentrada en los nombres de loslibros. 

- Sí, podría ser. Pero no es una cita cualquiera, somos mejores amigos ¿ono? 

- Claro que sí – lo miré y le sonreí. Pero noté algo de falsedaden su rostro, ¿Jason no quería ser mi mejor amigo? – ¿Qué te pasa? Yosé que esa sonrisa no es verdadera – se incomodó y miró al piso –. Necesito queme digas qué te pasa, Jason DiLaurentis – seguía sin contestarme–. No me hagas pensar cualquier cosa – dejé los libros sobre la mesa tirándoloscon fuerza. 

- No pienses mal – dijo al fin –. Perdón. 

- ¿Perdón por qué? Me gustaría saber qué te está pasando. ¿Estás mal por unachica? – alejó su mirada del piso para mirarme fijamente a los ojos. 

- Sí – dijo algo incómodo. No me importaba cuán incómodo estaba, quería saberlo que le pasaba a mi amigo –, creo me enamoré de alguienincorrecto. 

- ¿Quién? ¿Se puede saber? – dije un poco más tranquila. 

- Sería mejor que no lo sepas. Es en vano, total no va a pasar nada porque ellaestá enamorada de otro chico – sonrió y me miró a los ojos. Había una pizca de tristeza en ellos, se notaba que estaba sufriendo.

 - Pero tú no tienes que perder las esperanzas. Tú tienes queconquistarla, hacer que se olvide del otro tonto. ¡Tienes que hacer que seenamore de ti! 

- Ojalá pudiera, pero está hipnotizada por el otro. Si vieras la cara que pone cuando lo ve o le habla, o su cara cuando él no está o no lo ve... – desvió la mirada para ver a través de la ventana con sus ojos envueltos en llamas y tristeza –. No sé como puede estar tan hipnotizada con él si sabe muy bien que la lastimará, que no la querrá como yo sí puedo quererla.

- Quizás te pueda ayudar si supiera quién es, le podría decir que se fije en ti un poco más y se dará cuenta de la maravillosa persona que eres. Nadie puede no quererte, eres divino – ahora su mirada transmitía otra cosa –. ¿La conozco?

- No sé si la conoces, no importa ya. Sigue con tus guerras – se levantó de la silla y se fue. Antes de salir por la puerta de entrada a la biblioteca, me dedicó una mirada fría y llena de dolor. 

Sentí como una oleada de culpa recorría mi cuerpo. Desperdiciar tanto tiempo en algo del pasado y no invertirlo en cosas del presente me parecía absurdo y tonto. Descuidé relaciones que valían más que cualquier cosa en la vida.

Decidí dejar todo y salir en busca de Jason para poder seguir hablando y sacarme de la cabeza esta maldita obsesión. 

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora