Capítulo 1.

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Hace mil años las personas convivían entre sí sin importar su región y mucho menos su poder. Los reinos de Borgalia, Arisa, Tarakán y Estrolia estaban agradecidos con el regalo de los Dioses, sus poderes eran lo que los ayudaban a conseguir prosperidad, y gracias a ellos eran alabados por las criaturas mágicas que existían para esa era. Todos los habitantes gozaban del poder de los Dioses sin importar de que región eran, aquellas personas que pertenecían a la clase baja eran capaces de procrear entre razas pero sus hijos solo podían dominar un solo elemento. En cambio, las personas de clase alta como reyes y duques, eran capaces de procrear con alguien que controlara un poder diferente al que ellos poseían y sus hijos nacerían controlando los dos elementos pertenecientes a sus padres, con el tiempo en cada reino no había un solo ser de la clase alta que no fuera capaz de dominar dos o tres elementos, sin embargo, no había uno solo que poseyera los cuatro elementos. Esto ocasiono que la avaricia en algunos reyes creciera, solo deseaban el poder total y no conseguían la forma de obtenerlo, entre estos reyes se encontraba el Rey Pilaris.

Pilaris ya era capaz de controlar los elementos del fuego, agua y aire, pero quería controlar la tierra también, así que desde joven pensó en buscar una esposa que lograra controlar el elemento faltante para que su hijo pudiera tener los cuatro elementos y el poder absoluto estaría con él. Con el pasar de los años conoció a Nerea quién era una magnifica maestra del elemento tierra y agua, le propuso matrimonio y a la semana se casaron, y en menos de un año nació su primer hijo llamado Arthur. El rey Pilaris estaba contento pensando que había cumplido su objetivo y espero paciente a que su hijo cumpliera tres años y desarrollara sus poderes, pero lamentablemente Arthur no fue capaz de controlar los cuatro elementos. Pilaris lleno de irá decidió hacer un pacto con Surya, Dios del Sol, para conseguir que su próximo hijo obtuviera el poder de los cuatro elementos. Surya acepto, pero a cambio pidió la vida de su primer hijo. Nerea quedó embarazada dos meses después de que Pilaris hiciera el pacto con el Dios Surya, ella siendo ignorante de las decisiones de su esposo, vivió su embarazo muy feliz hasta que llego el momento del parto y frente a sus ojos vio como Pilaris le arrebata la vida a Arthur.

Azalea cierra el libro de historia y suspira, que aburrida estoy pensó. Había pasado toda la tarde estudiando y ya sentía que su cerebro iba a explotar así que decidió ir por algo de comer, salió de su habitación directo hacía la cocina y en el camino se preguntó como era posible que un padre matara a su propio hijo solo para conseguir el poder absoluto, por un lado agradeció no haber nacido en esa época de dolor que vivieron los reinos, pero por otro lado anhelaba que la convivencia entre los reinos fuera como la de antes, así no se consideraría que ella estaba maldita y podría vivir una vida normal y escoger a voluntad propia con quien se quería casar. Tan metida iba en sus pensamientos que termino chocando con alguien al girar por uno de los pasillos del castillo, por poco y cae al suelo pero logro mantener el equilibrio, y al mirar al frente se dio cuenta que era su padre, el Rey Bardo de Tarakán.

-¿Qué haces fuera de tu habitación Azalea? – le dijo el rey mientras le daba una mirada de repudio a su hija.

-Solo iba a buscar algo de comer padre – respondió la princesa mientras bajaba la mirada al suelo.

Su padre siempre fue duro con ella, nunca le dirigía si quiera una sonrisa y siempre estaba diciendole que hacer y que no, a veces sentía que la odiaba con profundidad, pero luego su madre terminaba diciendole que su padre tenía mucho estrés encima por el cargo de rey y por eso se comportaba de esa forma, Azalea intentaba no tomarse nada a pecho, pero que su padre solo le dirigiera palabras amenazantes y frías hacia que su corazoncito doliera.

- Apresurate con eso, tu madre y yo te queremos ver en 15 minutos en la biblioteca, no tardes o habrá consecuencias – y con eso el Rey continúo su camino.

Azalea apresuro el paso a la cocina y cuando llego solo tomo una manzana y rápidamente se fue rumbo a la biblioteca del castillo. Al cruzar las puertas de la biblioteca Azalea no pudo evitar quedarse maravillada con el lugar a pesar de haber ido tantas veces, la biblioteca del castillo era inmensa y contaba con un gran ventanal que daba una vista hacia el espeso bosque del reino de Tarakán, camino hasta tocar el vidrio que evitaba que cayera de una altura de cinco pisos e imagino como sería recorrer el bosque, cerro los ojos imaginando la textura del césped y el olor de los árboles hasta que fue interrumpida por la voz de su madre.

- Hermoso, ¿no lo crees? – Azalea asintió mientras dirigía la mirada a su madre, la Reina Keithia tenía una sonrisa en su rostro y su cabello tenia un hermoso recogido.

- Padre dijo que querían hablar conmigo, pero te juro que yo no he hecho nada madre, no he vuelto a tener accidentes y mis emociones siguen en completa tranquilidad – La reina solo suspiró mientras tomaba a su hija de las manos.

- Relajate mi niña, no es nada malo, es solo que - Las puertas de la biblioteca se volvieron a abrir interrumpiento a Keithia.

- Irás a la escuela de magia mañana – Dijo el Rey Bardo imponente, mientras miraba a su hija de pies a cabeza.

Sangre PuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora