Helpless but dangerous

Capitulo 8| Conocidos

El paisaje no variaba mientras seguíamos cabalgando en silencio, solamente interrumpidos por las respiraciones agitadas de los caballos que habían estado andando por horas en la piedra y la nieve. Sea donde sea el destino al que nos dirigíamos, era muy lejos y cerca de las montañas tan grandes y brutales. Yo seguía sintiéndome demasiado liviano y al asimismo pesado; me dolía la cabeza y las manos seguían ardiéndome.

—Paremos aquí —la voz tajante de Phil me despertó. Disminuyó la marcha y Techno, quien también había estado en silencio, hizo lo mismo—. Tomemos un descanso antes de seguir, tal vez para la noche lleguemos a nuestro destino.

No espere a que Techno descendiera primero, me le adelante, las botas crujieron cuando cayeron en la grava y piedras. Un dolor ardió en el arco de mis pies pero lo ignoré así como había estado ignorando todo a mi alrededor desde que dejamos el acantilado.
Techno y Phil se reunieron y discutieron algo en voz baja, eran simples murmullos que no me moleste en comprender. Me senté en un árbol caído, las manos juntas y fue cuando me di cuenta de que tenía quemaduras en ellas.

El estómago se me revolvió otra vez. Ese poder me había quemado...

—Quédate aquí, Techno y yo iremos por agua... —la voz de Phil fue queda, tentativa. Al no recibir respuesta se dio media vuelta y amarró a los caballos al mismo tronco en el que estaba sentado— Volveremos en un momento. No te alejes.

Con un último vistazo sobre el hombro, Techno comenzó a caminar al lado de Phil para adentrarse al bosque. Mi respiración era demasiado ruidosa, demasiado intensa. Cuando ya no los oí cerca me subí la máscara tan rápido como pude para descubrir la boca, trastabillando y cayendo de rodillas frente a un arbusto para después vomitar. Todo el cuerpo me ardía y me dolía y me sangraba pero no estaba herido.
Tan débil... tan inútil...
Vomite una segunda vez, la bilis me quemó la garganta mientras hacía lo posible por liberar mi cuerpo. El olor agrio del vomito me caló la nariz, la boca me sabía mal y vomité una tercera vez antes de sollozar en silencio.
Me limpié los labios con la manga del suéter y me arrastre al árbol, sentándome en el suelo y apoyando la frente en el tronco.

Me sentía enfermo. Tome mis rodillas, examinando mi cuerpo con las manos, callosas y heridas, tan patéticas mientras pasaban por mis extremidades en busca de algún dolor que fuera mortal. No encontré nada.
Reprimí las lágrimas, en la garganta tenía un nudo que hacía estragos. Bajo la respiración agitada maldecía a todo lo que conocía, incluso a lo más insignificante.

Pasaron largos minutos, ni señal de Techno o Phil. Yo no podía moverme ni un poco, el cuerpo me rugía en protesta, cualquier roce enviaba corrientes de dolor por toda la columna.
Demasiado compungido como para pensar, un hocico gentil se me acercó para revisar lo que era yo: Una masa de lágrimas, coraje y tristeza.
El caballo negro, el de Philza, se me acercó, su hocico dejaba un rastro húmedo por la máscara, intentando quitarla como si mirara cuanto peso tenía sobre mi, cuanto esfuerzo y energía me llevaba mantenerla en su lugar.

—No me toques... —murmure con la voz hosca pero sin energía.

El animal no me escuchó, simplemente siguió cuchicheando por ahí. Yo no tenía el humor para apartarlo. Su amigo también se le unió a olerme y lamer la porcelana de la máscara.

Levántate.

Hubo un silencio mientras intenté escrutar de donde había salido esa voz. Los músculos se me tensaron y las piedras crujieron cuando apoye las palmas para sentarme. No había nadie. Mire sobre el hombro: Nadie. Después dirigí mi atención a los caballos que seguían lamiendo mi máscara. No, no podía ser...

Levántate, ya. Ya vienen.

Tome el hocico de uno de los caballos, el de mi derecha, el que había tenido el coraje de acercárseme primero. Reprimiendo el temor que me caldeaba la sangre deje que esa energía oscura me cubriera los ojos para abrir una ventana hacia la mente del animal. Dureza, mortalidad y ferocidad. Eso era este caballo, un animal tan hermoso e imponente bajo ese manto de negra oscuridad. Una corriente fantasma me erizo el cabello. Huir...