Martín miró detalladamente el rostro de su amado, como cuando admiraba lo tan hermoso que solía estar en sus retratos, estos que antes misteriosamente llegaban hasta la puerta de su casa con una nota de 'Mirá lo hermoso que es tu novio' eso inconscientemente lo hizo reír con tan solo recordarlo. Lo mismo pasaba con las fotografías, era Martín quien tenía el afán de que nunca se perdiese su esencia en la casa de su novio.
Martín parecía un experto posando, un modelo nato, alguien simplemente inalcanzable, pero claro, quien diría que ahora lo tendría finalmente durmiendo entre sus piernas, que después de tanto martirio del pasado que los impedía hasta darse un beso, finalmente todo esos tiempos quedaba como tal, como pasado, pero eso sí, le encantaba recordar como es que en cada momento Martín lo enamoraba con su forma de ser y todos esos recuerdos de amor todavía persistían en él y lo acusaban de ser un tímido enamorado.
Se quedó totalmente embelesado, parecía a ver entrado en trance, pero su mirada de amor y dulzura seguían sin desvanecerse, incluso, no había notado que el motivo de sus sonrisas poco a poco despertaba.
—¿Qué mirás, amor? ¿No te duelen los ojos de observar tanta hermosura? –Habló levantando la mano tratando de acariciarle el rostro al quien salía de ese mundo de recuerdos. –Che, Migue, no sé si ves como los nenes, así bien chiquitos, como recién nacidos, bue, no tanto, los ponen en las cunas con esos adornitos así re lindos de animalitos, como estrellas u algo así que quisiesen alcanzar.
Miguel asintió al darse una idea de a lo que se refería—Sí, si me imagino. —Respondió acariciando su rostro.
—Ajá, eso, es como si quisiesen alcanzarlo y así me siento yo tratando de alcanzarte, solo que mi brazo es más largo y pum. –Pinchó suavemente su mejilla. —Yo si puedo, ya no soy tanto un nene, pero así de igual siento que con vos ya gané el cielo, no, el universo, bue, lo más infinito que haya, amor, tenerte aquí conmigo y el nuevo nene, me encanta.
Miguel acercó su rostro para besarle la frente sin haber entendido lo último.
—Fuaaa, no hagas eso, ya debí haberte adormecido el pie y te medio doblás así, dejá me acerco yo hacia vos.
Se acercaba como arrastrándose y Miguel no evitó decirle que era muy vago, este solo se rió y abrazo sus piernas. –Repetilo, repetilo. -Alargó la 'o' empezando a besar sus muslos y hasta a morderlos jugueteando por encima de la prenda. –Decilo, a ver. —Lo retó y cada que veía que se acercaba, subía más las manos.
—Ya, ya, oe. –Lo jaló hasta más cerca suyo, lo logró abrazar y lo llenó de besitos. –Te voy a comer, Tin.
'Nooooooooooo, soltameeeeeee' –Se quejó, pero finalmente fue él mismo quien lo terminó llenado de besos, se escuchaban risitas.
Quedaban ambos envueltos entre las sábanas, mirándose a los ojos, tratando de sacar los brazos para seguir con ese juego, pero, al parecer, Miguel siendo más 'vivo' lo molestó pellizcando sus muslos por debajo de las sábanas.
—Pero si sos un tramposo, mi amor, mis manos no van ahí, vení para acá. —Lo trató de voltear, poniéndose casi encima suyo y molestándolo de esa manera.
—No, tú eres el tramposo ¿Ves? Dices que no se vale algo y lo haces tú. —Comenzó a morderlo con suavidad solo para seguirle el juego.
Ya estaba viejo, o eso decía Martín, aún siendo mayor, seguía siendo el mismo cosquilludo de siempre o tal vez era el momento y la adrenalina quien lo llevaban a reír.
—Ahh, ahora no te hacés el gracioso ¿No? Cuando voy encima, ojito, Migue, es un miedoso cuando no lo dejo ir arriba, miedoso, miedoso. —Río y besó sus labios cortamente para seguir viéndolo.
—Ya, ya, oe, tú sabes que es pura finta, igualmente sé que tú tampoco eres muy valiente cuando estás aquí. —Lo acercó a él para que se acueste en su pecho y empezó a acariciar por sus cabellos.
—Corazón, deberías ser más considerado, no soy el único que va a querer tu amor. —Por un momento se quedó callado hasta que recordó. —No, Migue, voy a tener que compartirte.
Migue se extrañó un poco ¿A qué se refería? Martín se quedó quieto y lo miró acariciando su rostro.
—¿No se te hace que te pido que me preparés más postres? Ah, me encanta que cada vez que puedas nunca me lo niegues. —Besó su pecho, más bien, donde caía el beso cerca.
Migue se quedó pensando un momento, no entendía, estaba siendo algo lento, pero al descifrar cuál era la posible explicación, no aguantó la conmoción, lo abrazó confiando ciegamente en lo que creía que significaba, se puso a llorar de felicidad.
—Dale, mi vida, a ver qué nombre le ponemos a los dos gatos que encontré. —Tenía a Migue en su pecho, ocultando su rostro.
Miguel que se encontraba imaginando qué sería de la vida de ambos y el nuevo niño que vendría, se quedó un rato más abrazandolo, pero claro, Martín tuvo que sacarlo de su burbuja con esas palabras.
—Martín, maldito, eres un-
Martín se rió de él, le limpió las lágrimas y lo besó. —Ah, y pensá un nombre también para la nena o el nene que viene, ah, y la paciencia, se nota que va a salir a igualito a mí.