capítulo único

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La campana del restaurante sonó, anunciando la llegada de un nuevo visitante

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La campana del restaurante sonó, anunciando la llegada de un nuevo visitante.

Kojiro dio media vuelta, extrañado, ya no era horario de trabajo, y está seguro de haber apagado la luz externa y haber puesto el letrero.

── Disculpe, ya está cerra... do. ── terminó la palabra con desagrado, qué inoportuna visita la de esa noche.

── No está mal, pero viniendo de ti, no esperaba algo mejor. ── mencionó el hombre de traje, sacando un cigarrillo para luego encenderlo y llevarlo a su boca con una calma admirable.

El moreno no se molestó en responderle, solo se dio la vuelta y pretendió que nadie estaba allí.

── Qué pésimo recibimiento, ¿así tratas a tus clientes, Joe? ── bufó, tan altanero como siempre, exhalando una calada de humo.

── Joe no existe fuera de las carreras S, y tú no eres un cliente, eres un intruso. ── contestó seco.

Ainosuke no miró nada más que un berrinche, por lo que rio, haciendo que el peliverde volteara nuevamente.

── ¿Cuál es la gracia? ── preguntó elevando una ceja con disgusto.

── Me parece que no estás bien educado, es una lástima. ── contestó manteniendo su tono burlón, nuevamente inhalando el humo tóxico del tabaco.

── ¿Disculpa?

Ainosuke dio unos pasos hacia la barra, pasando entre las sillas azabache, sentándose en una de ellas con total calma. Exhaló nuevamente, elevando su rostro hacia el ajeno, haciendo que el humo diera en toda la cara del moreno, quien hizo una mueca, agitando su mano para disipar el humo que lo envolvía.

El peliazul se detuvo a admirar el físico del moreno, siempre había sido de contextura musculosa, pero en esos últimos años parecía haber mejorado notablemente, seguro para llamar la atención de más chicas. Qué desperdicio.

── Interesante. ── murmuró, lo suficientemente alto para que Kojiro lo alcanzara a escuchar.

── ¿Qué es interesante? ── preguntó con curiosidad, bajando ligeramente la guardia.

── Me parece que tu cuerpo resistiría cualquier entrenamiento y más de un castigo.

Kojiro lo miro totalmente desconcertado, la forma de hablar de Adam siempre había sido peculiar, pero en verdad a veces no entendía nada de lo que decía.

── ¿Qué tonterías estás diciendo?

── Necesito un cenicero. ── dijo como una orden, ignorando totalmente la anterior interrogante del moreno.

Kojiro pasó el artefacto hacia el lugar, dejándolo a un lado del peliazul, quien embozó una sonrisa abierta.

── Nada mal. ── elogió, apagando finalmente el cigarrillo.

𝐂𝐎́𝐌𝐎 𝐃𝐎𝐌𝐀𝐑 𝐀 𝐔𝐍 𝐏𝐄𝐑𝐑𝐎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora