Fantasías eróticas de una madre madura

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Me despierto a media noche, con ganas de hacer pis y al entrar en el baño, me levanto la camiseta del pijama y miro al espejo mi tripa, después de dos embarazos, ya no ha vuelto a su sitio, un poco colgante, con estrías. Bajando un poco, me toco la cicatriz de la cesárea. También subo un poco más mis manos hasta mis pechos, recordando los tiempos en que sentía pasión mientras otras manos seguían el mismo camino y recuerdo también como era mi pecho antes.

Me siento finalmente, hago pis y mientras me limpio, recuerdo cuando otras manos y mis propias manos recorrían mi piel y pienso que ya no siento deseo, no me siento cómoda con mi cuerpo y no deseo ni tocarme a mi misma.

Vuelvo a la cama y miro a mi marido, que hace meses que no recorre mi piel con sus manos o años en que lo único que hace es darme un par de besos, penetrarme, dar un par de embestidas, acabar y echarse a un lado a dormir.

Al día siguiente, me toca bajar con los dos niños a la piscina, me pongo el bañador, cubriendo lo máximo posible de mi cuerpo, no quiero ni vérmelo ni que me lo vean.

Saludo al socorrista, un joven que apenas llega a la veintena. Preparo a los niños y mientras accedo a la piscina miro al socorrista, que quita la mirada al cruzarse con la mía y me da la sensación de que miraba mi pecho. Al bajar por las escaleras, en una ventana le veo reflejado mirándome el culo. Al salir, noto que el socorrista no aparta la mirada de mi cuerpo.

Al día siguiente, mi marido se va al pueblo con los niños. A la hora de comer, me quedo mirando por la ventana y veo la piscina sola y solo al socorrista.

Voy hacia el cajón, me quedo mirando el cajón y saco un bikini que hace mucho que no me atrevo a ponerme, me subo la braguita imaginando las manos del socorrista acariciando mis piernas y te pongo la parte superior sintiendo que haría el socorrista con sus labios.

Bajo a la piscina y extiendo la toalla cerca del socorrista y comienzo a extenderme la crema lentamente recorriendo mi cuerpo, y cada vez que cruzo la mirada con el jovencito, veo que ya no es capaz de quitarme la vista.

Me extiendo bastante tiempo la crema en los pechos, asegurándome que mis manos den lo cubran todo para que no se quemen, tanto que a veces hasta se me ve un pezón y cuando miro al socorrista, noto su erección en el bañador y como en cuanto la miro se tapa con la toalla.

Me meto en el agua y me quedo apoyada contra el bordillo contrario a el para que pueda ver mi cuerpo. Juego con mi dedo, tocando mi pezón duro marcando el bikini y lo sigo bajando, metiendo el dedo por la braguita del bikini y entonces veo que el socorrista instintivamente no puede evitar imitarme y meter la mano debajo de la toalla. Me lo imagino tocando su polla.

Ahora muevo mi dedi, masturbándome un poquillo y el me repite. Noto por el movimiento de su brazo como se está masturbando suavemente.

Me salgo de la piscina y me dirijo al cuarto donde guarda el material de la piscina, me giro, le miro con picardía, entro y cierro la puerta.

Al minuto, la puerta se abre y le veo entrar y cerrar la puerta detrás suyo. Me mira de arriba abajo con deseo y yo veo como su polla dura se marca perfectamente debajo del bañador.

Me rodea con sus brazos y me besa, y yo no puedo pasar de pensar, joder, noto su polla dura perfectamente contra mi cuerpo.

Me quita la parte de arriba del bikini y me avergüenzo de que vea mis pechos caídos pero la mirada que me lanza de deseo hace que se me humedezca entre las piernas.

Empieza a besármelos suavemente, a avanzar desde donde nacen mis tetas acariciándolas con sus labios hasta el pezón, pero sin llegar a tocarlo, lo rodea suavemente con su lengua, hasta que noto que se me ha puesto duro y me lo besa y me lo muerde suavemente.

No puedo aguantar el deseo, le empujo, separándole de mi y me bajo la parte de abajo del bikini mientras le miro y el me mira y se baja el bañador. Veo su hermosa y dura polla enfrente de mi. Me siento encima de una mesa y abro un poco las piernas invitándole a entrar. El se coge con una mano la polla y se acerca a mi.

Me la mete poco a poco, gimo de placer cuando noto entrar la punta y la mete entera hasta el final y la saca otra vez entera de mi, sintiéndome vacía y con ganas de volver asentirla. En ese momento, de una embestida me la mete rápido con un fuerte empujón y ahora comienza rítmicamente a entrar y salir, va aumentando el ritmo.

El socorrista coge mi mano y me la lleva hasta mi clítoris. No recuerdo la última vez que me masturbé pero comienzo a hacerlo.

Según el aumenta el ritmo de sus embestidas, yo muevo mi dedo más rápido hasta que llego al orgasmo. Pero el extasis no para porque el no ha terminado y sigue. Y yo sigo sintiendo su polla moviéndose dentro de mi, y le veo, como disfruta, como mira con deseo todo mi cuerpo hasta que eyacula.

Se levanta el bañador, sale del cuartito y abre la piscina tras el descanso de la comida.

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