La luna colgaba en el cielo como una perla luminosa, guiando a la princesa Gheyta a través de los valles y montañas que nunca había osado explorar. Su corazón, un tambor de guerra en su pecho, marcaba el ritmo de su vuelo apresurado. La brisa nocturna acariciaba sus alas de mariposa, cada aleteo un paso más hacia la libertad.
A medida que el alba se aproximaba, los primeros rayos de sol se filtraban a través de las hojas de los árboles centenarios, revelando un mundo que despertaba. Gheyta se posó en la cima de una colina, observando cómo la luz del día desvelaba paisajes pintados con el pincel de los dioses. "Esto es lo que buscaba", pensó, "un lienzo en blanco para mi historia".
Sin embargo, la paz de la mañana se vio interrumpida por el sonido de cascos contra la tierra. Un grupo de centauros, los guardianes de las fronteras del Reino Tempes Dragón, emergió de entre los árboles. Sus cuerpos, mitad humano, mitad equino, eran la encarnación de la gracia y la fuerza. El líder, un centauro de crin negra y ojos como carbones ardientes, se adelantó.
"Princesa Gheyta, vuestra huida no ha pasado desapercibida", dijo con una voz que resonaba con autoridad. "¿Por qué abandonáis vuestro hogar y el legado de vuestros ancestros?"
Gheyta, con la dignidad que le confería su linaje, respondió: "Busco un destino que no esté escrito en piedra, sino en las estrellas. No deseo conquistar, sino comprender; no anhelo el poder, sino la sabiduría."
El centauro asintió, una mezcla de respeto y tristeza en su mirada. "Entonces, que los vientos os sean favorables, alteza. Pero recordad, el mundo es vasto y peligroso, y no todos recibirán a una princesa dragón con la misma deferencia que nosotros."
Con un gesto de su mano, el centauro señaló hacia el este, donde las montañas se encontraban con el cielo. "Allí encontraréis la Ciudad de los Espejos, un lugar donde todas las criaturas son bienvenidas. Quizás allí halléis respuestas a vuestras preguntas."
Agradecida, Gheyta inclinó su cabeza y, con un nuevo propósito, reanudó su vuelo. La Ciudad de los Espejos, un refugio de paz en un mundo dividido, era su siguiente destino.
Mientras tanto, en el Reino Tempes Dragón, el rey Beldora y el príncipe Kayron se enfrentaban a la realidad de una corte dividida. Algunos clamaban por la búsqueda y el retorno de la princesa, mientras que otros veían en su partida una oportunidad para fortalecer sus propias ambiciones.
El rey, sabio y calculador, sabía que la partida de Gheyta podría ser el catalizador de un cambio necesario. "Dejemos que nuestra hija encuentre su camino", dijo. "Ella llevará el nombre de Tempes a tierras desconocidas y, tal vez, en su viaje, encuentre la clave para unir a todas las razas bajo un mismo cielo."
El príncipe Kayron, aunque atormentado por la preocupación, entendió las palabras de su padre. "Así sea", concedió. "Pero si el peligro acecha a Gheyta, estaré allí para protegerla, como hermano y como príncipe de este reino."
Y así, con el amanecer, el Reino Tempes Dragón se preparaba para enfrentar un nuevo día, con la esperanza y el miedo entrelazados en el destino de una princesa que volaba hacia su futuro.
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La guerra de dragones fuego y sangre
FantasyLa guerra de dragones fuego y sangre Es una historia de fantasía guerrera amor y tristeza dónde los 6 reinos se deben en frentar a dragones y mounstro desconocido jamás vistos donde los guerreros darán todo por sus reinos y sus amores donde los más...