Nos queda un largo camino por recorrer

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IX

J A M E S

Esperé a Charlie y Hope cerca de la entrada del Campamento. El sátiro fue el primero en pararse junto a mí.

— ¿Crees que todo salga bien? —me preguntó nervioso—

Yo seguía pensando en lo de ayer, pero asentí leve. — Seguramente. Estaremos bien.

Eso pareció tranquilizarlo un poco. Hope aún estaba a unos metros de nosotros, despidiéndose de su mamá.

Ella tuvo la suerte de tener una madre semidiosa, podía estar para ella siempre. No la odiaba, pero me molestaba que ella no fuera agradecida de todas las cosas que a ella le dan en bandeja de plata y yo anhelaría tener.

De nuevo me sentí culpable por pensar así. No tengo que leer libros para saber que ella no la pasa bien. Ninguno de nosotros pidió ser semidiós.

Hope se acercó. Después de que Quirón nos diera un par de palabras, Argos nos dejó fuera del Campamento.

— Entonces, debemos ir a Washington, ¿verdad? —Charlie quiso corroborar mientras caminábamos—

Asentí. — Sí, al Monte Rainier.

— Nunca he estado ahí —Charlie ladeó su cabeza, intentando generar una conversación—. ¿Y ustedes?

Negué.

— Yo tampoco —habló Hope, por primera vez desde que salimos—. Dicen que es bonito.

Nuestro amigo asintió. — Sé que vamos por una misión, pero me emociona conocer ese lugar.

Hope le dió una sonrisa suave, fijando su vista en el camino. Quise hablarle, pero decidí que quizás no era el mejor momento.

Media hora después, estábamos al final de un bus, apretados y soportando la asquerosa mezcla de olores humanos.

— Entiendo porque los monstruos no nos reconocerían aquí —comentó Hope, conteniendo una arcada—.

— Si vomitas, hazlo hacia el lado de James —pidió Charlie—.

— Gracias —dije sarcástico—.

— ¿Cuánto falta? —preguntó Hope—

— Debemos cambiar de bus en más o menos, una hora.

Ella suspiró, podía notar lo aburrida que estaba porque no paraba de mover su pie y llevaba al menos media hora golpeándome con su rodilla accidentalmente.

No habíamos hablado de nuestra discusión aún, y hasta el momento no nos había traído problemas.

Comencé a repasar en mi mente lo que debíamos hacer.

Tomar un bus hasta Pennsylvania, y luego uno en Minnesota, finalmente, en Washington, caminar hasta el Monte Rainier.

No sé cómo sobreviviríamos dos días de viaje. Podríamos terminar muertos por un ataque de algún monstruo, o por intentar matarnos, lo que pasara primero.

Pero era solo una posibilidad, planifiqué muy bien esto. Revisé muchas veces mi mochila antes de salir, todo lo que puse en una lista estaba ahí, consideré todos los escenarios posibles, así que no existía manera de fallar.

No lo mencioné, claro, Hope seguramente se burlaría o me llamaría obsesivo.

Cuando miré a un lado, ella ya estaba durmiendo. Solté una risa y sonreí, congelandome cuando sentí la mirada de Charlie sobre mí.

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