El beso

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¡Hola! Vuelvo con esta historia, que es la que más larga estoy haciendo :v. Bueno, espero que disfruten:

Alguien tocó la puerta de Alastor. Ya era de mañana y Alastor de por si ya se había levantado. 

-Diga- dijo Alastor por detrás de la puerta. 

-Emm Alastor, voy a bajar ya a preparar el desayuno, como siempre lo haces tú no se si querrás venir conmigo -dijo ella algo... ruborizada. 

Alastor abrió la puerta para encontrarse con la maravillosa figura de la princesa, la que la dejó encantilado.

-Claro, querida, vamos -dijo flexionando su codo, y poniendo la mano de la delicada princesa en él. 

-¿Qué tal dormiste Alastor? -dijo ella dulcemente. 

-¿Yo? Bueno, una noche bastante movida, dulzura- dijo él. 

-Vaya, ¿y eso por qué?- preguntó la rubia. 

Alastor recordó el sueño que tuvo, y cómo se despertó. 

-Bueno, querida... un sueño que no logro recordar, sin más misterio -dijo algo... nervioso. 

-Ah, me pasa mucho a veces- dijo ella con una sonrisa. 

Los dos bajaron las escaleras y entraron a la cocina acto seguido. 

-Alastor... ¿Qué vamos a preparar para desayunar?- dijo la princesa infernal con curiosidad.

-Pues... no lo sé, ¿qué le parece si hacemos pasteles dulzura?- dijo eso acercándo su cara un poco a su rostro, haciendo que ella se ruborizara al instante. 

-P-Pero Alastor a ti no te gusta lo dulce -dijo ella un poco apenado. 

-Pues entonces yo tomaré café negro, y amargo -dijo él dándole solución al problema. 

-Esta bien -dijo un poco apenada.

-Sonríe, dulzura, nunca estás totalmente vestido sin una sonrisa -dijo dando ánimos a la princesa. 

El demonio de la radio, con su bastón, empezó a reproducir una melodía, de mientras el la tatareaba. La princesa del infierno había ido a lavarse las manos, y cuando volvió mucha fué su sorpresa al ver al demonio de la radio reproducir esa canción, ya que creía que a nadie más que a ella le gustaba el jazz. 

La rubia empezó a cantar la letra con mucha elegancia, acto que sorprendió al venado, que creía que ya no habían caballeros ni damas en el infierno con sus mismos gustos musicales.

Los dos empezaron a cantar la letra, y luego, sin darse cuenta empezaron a bailar, mientras removían los ingredientes. En un momento de la canción, Alastor agarró de la cintura a Charlotte y empezaron a bailar en pareja, dándo vueltas, y pasos muy divertidos, a la par que la música. 

Charlotte contaba los segundos, ya que quería que la canción nunca acabase. Pero lo hizo, la canción acabó, dejándo a los dos frente a frente mirándose. 

-No sabía que te gustaba este estilo musical, querida -dijo Alastor- bailas y cantas muy bien. 

-Oh, me halagas Alastor. Lo mismo digo, creía que aquí en el infierno solo se oía reggeaton. Pensé que nadie nunca compartiría el jazz conmigo -dijo inocentemente. 

-Siento mucho la grosería princesa, pero el reggeaton es una basura comparado con esto -dijo con una sonrisa. 

-Perdóneme darle la razón, querido demonio de la radio -dijo siguiéndole el juego. 

Otra canción empezó a sonar y siguieron con sus sincronizados pasos de baile. Los dos cantaban mientras metían la masa de el que iba a ser el desayuno para todos, en el horno. De mientras siguieron con ese magnífico momento. 

Una canción, y otra, y otra, y otra, y sin darse cuenta, Vaggie fué expulsada de su corazón por el demonio de la radio, quien la tiró al abismo del olvido, junto al dolor. La canción, el baile, la diversión, ese sentimiento tan extraño, todo llegó a la princesa gracias a Alastor. Le debía mucho. 

-Alastor, gracias -dijo ella agradecida por haberla hecho pasar tan buen momento. 

-Gracias a tí, nunca me había divertido tanto, dulzura -dijo haciendo que la demonio se sonrojara levemente. 

Charlie abrazó a Alastor. A Alastor normalmete no le gustaba que le tocasen, pero en su caso... en el caso de Charlie... lo amaba. Ella se despegó rapidamente para disculparse con el demonio de la radio, por haber hecho contacto físico con él, eso no le gusto al pelirojo. Por lo que lo único que provocó es que Alastor la abrazara más fuerte. Ella correspondió a su abrazo, y se fijó en él. En su sonrisa, en sus ojos cerrados y en sus labios. Una curiosidad se desató en ella, ¿a que sabrían? No, se estaba volviendo loca. ¿Y si la rechazaba? No podía arriesgarse. 

De mientras, un demonio medio venado estaba absorto en sus pensamientos. Solo con oler el maravilloso pelo de la rubia lo hacía ir a otra dimensión. Sus labios negros, tan bonitos y seguramente dulces... ¿Y si los probara? Pero.... ¿Y si ella lo rechazara? Sería bochornoso. Dijo que él lo atraía, pero eso fué no más que un impulso, ¿o no?

Después se miraron. Se quedaron absortos en los ojos del otro. Tan rojos los dos, pero tan hermosos. Se fueron acercando tiernamente hasta que el suspiro de cada uno era capaz de colarse en su boca. 

Juntaron sus labios tiernamente, dándo lugar a un beso cálido y dulce. Los dos con los ojos cerrados, Alastor la acercó poniendo sus manos en sus caderas, mientras que los brazos de la princesa demoníaca rodeaban sus hombros, y su cuello. 

No era un beso brusco, como los que tenía con Vaggie, en esos en los que ella movía la cabeza para un lado y para otro. Este era un comienzo, algo muy tierno. 

Ninguno quería quitar la boca del contrario, no querían tener que respirar, ya que no querían abrir los ojos y avergonzarse por lo hecho. Pero el aire faltó. Los dos tomaron una bocanada y se vieron a los ojos. Los ojos de la princesa tenían brillo, al igual que los de Alastor. No tenían palabras. 

Alastor fué el primero en quitar la mirada, pero Charlie se giró hacia el lado al que él estaba viendo para mirarlo de nuevo, cosa que hizo que él se ruborizara. 

Para la salvación de Alastor, llegó el horno, quien pitó reclamando que el tiempo se había agotado, y poneiendo toda su atención en él. 

Lo que ellos dos no sabían es que cierta arañita lo había visto todo mientras se escondía detrás de la esquina de la pared. 

-Ya verás cuando pegue esta foto en el cuaderno de bodas, fresa proxeneta -dijo para reír en un tono bajo. 

En vida y en muerte (CHARLASTOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora