La alarma suena y se levanta emocionado, ese era el día de su cumpleaños, su día especial donde la pasaría de maravilla junto a sus mejores amigos y familia. Se peona un poco y baja con emoción las escaleras, encontrándose con sus dos hermanos que preparaban el desayuno felices.
— ¡Hola Soaring, hola Mictia!— les dice y los saluda con una de sus manos. Ambos jóvenes que se encontraban en la mesa solo le devuelven el saludo con naturalidad, confundiendo a Aquino que pensaba lo llenarían de abrazos y felicitaciones, sin embargo, nada sucedió y eso lo entristeció. — Oigan, ¿Saben que día es hoy?— un deje de esperanza se asomó por sus ojitos.
— Uhm, no, la verdad no, ¿Qué día es hoy?— la más pequeña le cuestiono, Aquino abrió sus ojos con sorpresa, ¿De verdad no lo recordaba?— ¿Hay algo que debemos celebrar?—
—Eh, no, no, solo era una pregunta...— se recarga en su silla y ve como su hermano mayor les sirve un plato de hotcakes. — Gracias...— se limita a decir y come en silencio, solo escuchando la charla entre sus hermanos que parecían no interesarse en lo que se celebraba ese dos de mayo.
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Viste sus ropas más cómodas y toma su mochila. Salió de su habitación y se despidió de ambos castaños para ir directo a su preparatoria, Mictia no lo acompañaría esa vez, había decidido faltar por unos días gracias a una alergia que le surgió gracias al cambio de temporada.
Iba rezándole a quien sea que esté haya arriba para que sus amigos recordaran su cumpleaños. Caminaba mientras tarareaba su canción favorita, con las esperanzas al tope y asomándose por su mirada, deseando de una vez por todas escuchar las felicitaciones y recibir los cálidos abrazos de su grupo de amigos.
— ¡Aquino! Hasta que llegas mano.— le dice el lobo mientras lo toma del brazo y lo jala dentro de la escuela, ¿Acaso había estado tan distraído como para no notar que ya se encontraba frente al edificio? — Te ocupo para acabar el trabajo en equipo.— lo guía dentro del aula y se sienta en uno de los pupitres.
Aquino toma aire y cierra sus ojos a la vez que se sienta en su pupitre, deseando en su mente por última vez que su amigo al menos lo tomará en cuenta.
— Loco, ¿No se te olvida decir algo?— se encoge un poco en su asiento, el más alto parece pensarlo y luego niega con su cabeza.— ¿Y no sabes que se celebra hoy?—
—Ah, este, no lo sé.— le responde y vuelve a sus labores.— Ayúdame mejor, que si no acabamos esto nos fusila el profe.— la "frialdad" de esas palabras hacen que su corazón se estruje dentro de su pecho, sintiendo tantas ganas de llorar en ese momento.
Duxo llegó, luego Lucasta, Natalan, Mishifu, Tomy...Cejo, Estailus...
Y así pasó el día, llegaban sus amigos poco a poquito y ninguno lo recordaba, les intentaba hacer memoria sin embargo le fue imposible que aunque sea le dijeran un "feliz cumpleaños".
Nadie lo abrazó, nadie lo felicitó, nadie si quiera lo recordó. Todos estaban sumergidos en sus deberes escolares que nunca se dieron cuenta de la tristeza que radiaba el pobre castaño que estaba ya aguantando las ganas de llorar, ¿Acaso no era lo suficientemente especial para ellos?
— Chicos, ya me voy a casa, mañana terminaremos el proyecto.— su voz rota era notable, más nadie se dio cuenta de sus sentimientos, estaba destrozado. — ¿O prefieren que nos vayamos juntos a la parada del bus? Sería divertido.— sonríe y todos lo voltean a ver.
—Eh, no creo poder, tengo que hacer algo rápido antes de irme.— dice Duxo y sigue con su trabajo.
— Lo siento Aquinin, tengo que terminar la obra del taller y tardaré mucho. Perdón ¿Otro día te parece?— Estailus se hace notar, el castaño suspira incrédulo y asiente con la cabeza, viendo a todos los lados del salón y escuchando las excusas de cada uno de sus amigos.
Tomó su mochila y se despidió amablemente de los demás, saliendo del lugar y ya no pudiendo evitar aguantarse las ganas de llorar. Suelta lágrimas amargas mientras camina por las calles poco transitadas a esa hora del día, había salido demasiado tarde por la esperanza de ser sorprendido con una fiesta sorpresa.
Limpia sus ojos al estar inundados en lágrimas, solloza y sorbe su nariz por el llanto. Ahora más que nada estaba convencido que nunca fue importante para nadie, nunca fue lo suficiente para ellos y jamás lo tomaron en cuenta.
—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti...que los cumplas feliz...— se canta a sí mismo su canción de cumpleaños mientras finge tomar un pastel y soplar la velita encendida. — Yupi, feliz cumpleaños Aquino, te queremos mucho.— finge las voces de sus amigos mientras sonríe amargamente aún con lágrimas en sus ojos.
Ese era el peor cumpleaños en su vida.
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— ¡Soaring, Mictia, ya llegue!— exclama el más bajo y deja su mochila sobre uno de los escalones. — ¡Oigan! ¡¿Están?!— grita y enciende las luces del salón. — ¿De verdad no hay nadie? Mejor así.— dice y comienza a llorar de nuevo. — Feliz cumpleaños a mi, feliz cumpleaños a mi. Porque todos te queremos, que los cumplas feliz.— comienza a cantar nuevamente y escucha su estómago hacer ruidos, tiene hambre y va hacia la cocina, encendiendo las luces, y...
— ¡Sorpresa!— gritan todos y Aquino suelta un grito del susto, viendo con incredulidad a todos sus amigos detrás de la mesa donde un pastel reposaba. —¡Feliz cumpleaños Aquino!— vuelven a gritar y Aquino tapa su boca con sus manos, quería gritar de la emoción pero por ahora solo podía empezar a llorar de la felicidad.
— Si se acordaron...— su voz rota ahora era más notable, y al verlo llorar sus dos hermanos corrieron a abrazarlo, estrujandolo entre sus brazos y escuchando el llanto de su hermanito querido.— Gracias, gracias, gracias...— les dice y solloza más fuerte.
— Feliz cumple Aquinito, espero y cumplas muchos años más.— le dice su hermano mayor mientras acaricia su mejilla con cariño.
Se separa de ambos chicos y voltea detrás de él, viendo a todos los que pensaba lo odiaban. Limpio sus lágrimas más tranquilo y sonrió esta vez con sinceridad, inquieto y emocionado al verlos a todos reunidos y con una muy bonita decoración de fondo.
Todos los abrazan y todos lo felicitan, lo llenan de regalos y de halagos. Siente la sinceridad en las palabras de cada uno y se emociona cada vez más, deseando soplar la velita de su pastel y comenzar a repartirlo con cada uno de sus amigos.
— ¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, que los cumplas feliz, porque todos te queremos, que los cumplas feliz! — le cantan y al terminar aplauden con efusividad. Aquino se inclina y da una sutil mordida a su pastel de Spiderman el cual Duxo había sido el responsable de comprar.
— Muchas gracias, de verdad, solo necesitaba un abrazo para saber cuánto me aprecian...— sonríe y parte felizmente su pastel, repartiéndolo y riendo, de nuevo feliz.
¡Feliz cumpleaños!
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