Capítulo 22

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Lisa caminó por el callejón entre los edificios de centenas de años de antigüedad. No era el mismo callejón en el que se vio con Seulgi la primera vez, pero ciertamente podría haberlo sido. Se veían iguales en toda la ciudad con las ventanas abiertas y sus diminutos balcones. La ropa lavada del día colgaba de cuerdas caídas tendidas entre ellos, sábanas blancas ondeando con la brisa sobre su cabeza como banderas de rendición.

Seulgi ya estaba ahí y, a juzgar por la multitud de colillas de cigarrillos que ya estaban en el suelo, lo había estado durante un tiempo.

"Llegas tarde."

Lisa tomó el cigarrillo que le ofreció por costumbre.

"No, llego a tiempo. Tú llegaste temprano." No pudo evitar notar que Seulgi parecía un poco nerviosa. "¿Qué pasa?"

"¿Mmm?" Seulgi dio unos golpecitos a su cigarrillo con el dedo, observando cómo la torre colgante de ceniza caía al suelo, sin mirar ni una sola vez a Lisa. Parecía fascinada por las motas blancas de ceniza que bailaban mientras flotaban en la brisa por el callejón. "Nada. ¿Tienes algo que informar?"

Lisa transmitió lo que había observado de las acciones de los alemanes durante la semana. La actividad había aumentado en el campamento desde que los aliados invadieron Sicilia. Mientras que los italianos en la isla se habían rendido rápida y silenciosamente, los alemanes estacionados ahí estaban empeñados en mantener la isla bajo el control de los nazis a toda costa. Los alemanes estacionados fuera de las ruinas reflejaron esa misma determinación. Se veían tal como los había descrito Rosie, como un nido de hormigas rojas enojadas que intentan defender un hormiguero perturbado.

Cuando terminó de recitar su informe, la normalmente atenta Seulgi todavía parecía distraída.

"Está bien, Seulgi, escúpelo. Puedo ver que algo te está molestando. ¿Qué es?"

Por primera vez desde que llegó ahí, Seulgi la miró a los ojos. Su humor habitual no estaba ahí. Ninguna broma, ningún comentario sarcástico estaba esperando para salir disparado de su boca risueña.

"No es bueno, mi amiga."

"¿Qué?" Lisa tuvo la desagradable sensación de que estaba a punto de recibir malas noticias. Y las malas noticias durante la guerra generalmente significaban que alguien estaba muerto. ¿Era uno de sus amigos de la unidad? Era lo más probable. ¿Su padre? Lo dudaba. El viejo maldito era demasiado terco para morir. "¿Qué paso?"

"No te va a gustar esto."

"¿Qué?"

"Le conté al Coronel sobre la chica. Sobre ella descubriendo quién eres."

"¿Qué? Jesús, Seulgi. ¿Por qué?" Lisa sintió como si le acabaran de dar un puñetazo en el estómago. "Confié en que te lo guardarías para ti. ¿Por qué diablos fuiste e hiciste eso?"

Seulgi hizo una mueca, la culpa se hacía presente en las gotas de sudor de su frente. "Tuve que hacerlo. Te guste o no, que ella sepa de ti podría poner en peligro toda la misión."

"Te dije que me aseguraría de que se mantuviera callada. No es asunto del maldito ejército."

"Desafortunadamente, creen que lo es. Las cosas se están poniendo calientes en este momento en el sur, y cada segundo que ella no está cerca de ti es una oportunidad para que se lo cuente a alguien o se le escape por accidente. La consideran un riesgo demasiado alto."

Lisa apenas sintió caer el cigarrillo sin fumar de sus dedos. Tragó saliva, tratando de contener la bilis que subía por su garganta para asfixiarla, mortalmente asustada de saber lo que se avecinaba. El suelo bajo sus pies pareció moverse como si su mundo fuera arrancado de debajo de ella y ella fuera incapaz de detenerlo.

Almas Gemelas (Adaptación & Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora