Era el momento

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Resumen:

Dazai busca a Chuuya para charlar. Salen a flote emociones que se mantuvieron guardadas por años, propuestas que no se dijeron en su momento y que se revelan con desesperación; anhelos que ya no pueden seguir ocultos. 

Esta es la reconciliación de Soukoku, cortesía de las personitas que ya no están en la vida de ambos y que siguen causando estragos. 


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Buscaría la manera de olvidar esta noche. Y es que jamás debí acceder a su encuentro, debí ignorar la llamada, seguida del mensaje que dejé en visto una vez identifiqué su nombre en la bandeja; pero a final de cuentas no lo hice. La incertidumbre, y ese molesto interés por él, me llevó al bar que solía frecuentar con sus amigos cuando éramos adolescentes. Había pasado el tiempo, y no tuve la decencia de preguntar en algún momento cómo llevaba la pérdida de uno y la traición del otro. La soledad que tuvo que afrontar sin opción alguna.

Tal vez fue ese el motivo por el que mi cuerpo se movió en cuanto le escuché hablar. Pues apenas dijo que estaba solo en el bar, tomé mi gabardina y mi sombrero, apresurado a la salida de la oficina; mencionó que se sentía melancólico, que quería verme.

No era debilidad. Por supuesto que no.

Osamu Dazai por nada del mundo ruega por compañía. Así que el hecho de que me buscara, era suficiente para saber que había algo fuera de lo común. Y me necesitaba a mí, de entre todos.

Me debería un favor ahora.

Llegué más rápido de lo que recordaba se hacía en tiempo. Me quedé unos minutos en el auto, acomodé algunos cabellos sueltos y retoqué mi colonia para que percibiera que seguía usando la misma que decía le gustaba cuando éramos socios, para finalmente arreglar mi ropa antes de salir y verlo. ¿Por qué lo hacía? Hace mucho que dejé de negar lo que siento y, estoy seguro, no es correspondido. No he tenido el valor de decirle lo que los años han logrado despertar cada que lo traía a mi mente.

Me aterraba pensar en su distanciamiento por mis estúpidas emociones.

Porque incluso cuando ya lo perdí una vez bajo su egoísmo injustificado, sigo aferrado a mantenerlo detrás de la línea de ahora rivales; con la finalidad de que no vea a través de mis deseos, de mis anhelos y sentimientos. Todo, para mantenerlo a salvo.

Un tanto vacilante entré al bar. No tardé en encontrarlo, pues el lugar estaba vacío; justo cómo solía ser.

—Nada cambia, eh —dije apenas llegué a su lado.

No se dignó a despegar la mirada de la pared enfrente, como si en ella pudiera ver en una película las memorias de su vida en la etapa más oscura. Al menos, eso parecía, pues el rostro serio y el ceño ligeramente fruncido revelaban molestia.

Suspiré derrotado. «¿Por lo menos podrías darte cuenta de que ya estoy aquí?»

Tomé asiento a un lado, cuidando la distancia entre un taburete y otro, lo que menos deseaba era caer sobre él en el peor de los casos en que el alcohol me hiciera perder la razón. El Bartender me miró y sonrió, como si me hubiera reconocido. O tal vez lo hizo, pues se dirigió a una habitación y salió segundos después con una botella de vino en las manos, lo reconocí al instante y regresé el gesto asintiendo con la cabeza. Definitivamente sabía quién era.

Los minutos pasaron, el licor bajó de su sitio original, pero él seguía completamente ido. Bebía en automático, miraba al frente, suspiraba y volvía a beber. No me esforcé por llamar su atención de nuevo. Al menos me iría después de haberme terminado la botella de ese buen vino.

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⏰ Última actualización: May 02 ⏰

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