Inesperado

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A mitad de la plaza, dónde acontecía el festejo, Bosco observaba a lo lejos a su hermana bailando con Salomón. Le hacía feliz ver a Gala muy alegre en medio de todos los problemas que venía atravesando. Y pese a que en un inicio se negó a presentarse en la celebración, terminó asistiendo gracias a la intervención de su hermana. Estaba dispuesto a todo con tal de contribuir en la recuperación de su hermana y sabía que esa fiesta organizada por los Roble le era de mucha ayuda, debido a la cercanía que la chica compartía con la familia, sobre todo con Salomón, su actual pareja. Gala había iniciado una relación con él dos meses atrás, después de que se descubriera que Gemma nunca estuvo embarazada.

Volviendo al presente, Bosco se encontraba totalmente aislado y desentendido, en ese lugar y con esa gente que sentía que no encajaban con él. Aunque había dejado de lado muchos de sus prejuicios respecto a las clases sociales, aún le costaba convivir con la gente que no pertenecía a su mismo círculo social.

Ajeno a todo lo que le rodeaba, no se percató de cierta persona que venía observándolo desde hace un buen rato y, mucho menos, de cuando la misma se empezó a acercar a él de forma intimidante.

- ¿Que pasó, güero? No muy cómodo por aquí, eh -

- ¿Y tú quien eres? - preguntó Bosco, mirándolo, disgustado, de pies a cabeza.

- Tortuga para los cuates -

- ... -

- ¿Eres el hermano de la enfermita, no? -

- ¿Qué dijiste? -

- De la que baila allá con el Salo. Vi su video hace tiempo, jajajaja, pobrecita, llorando porque le daba miedo comer, más... -

- Cállate, imbécil. De mi hermana no vas a estar hablando así - lo interrumpió un molesto Bosco, empujándolo.

- ¿A quién crees que acabas de tocar, idiota? De una puedo mandarte al hospital si quiero -

Tortuga había agarrado a Bosco del cuello de su camiseta y se negaba a soltarlo, mientras lo veía con una expresión de total enojo.

- Date por muerto, niño rico -

Estaba a punto de darle un puñete a Bosco, cuando sintió como repentinamente lo jalaban de su playera hacía atrás.

Pepa, quien había presenciado todo el conflicto desde que comenzó, había intervenido, evitando que Bosco sea lastimado por Tortuga.

- Pero, miren quién llegó. El hermano menor del Salo jajaja - habló con voz burlona - Por tu bien, te recomiendo no meterte en esto, que es entre este alzado y yo -

- Tú a mí no me dices que hacer. Además, no deberías estar aquí después de todo lo que Gemma provocó. Por su culpa, Salo casi se hace responsable de alguien que ni siquiera existía. Así que, retirate y evita más problemas para tu familia y para ti -

- No te vengas a revelar, ahora, Pepa. Bien sabes que son muy de barrio y... -

- Pues no te olvides que yo también crecí en este barrio, así que sé muy bien como defenderme de tipos como tú si me buscan -

Tortuga, hartado de ser ahora él a quien intimidaban, se acercó a Pepa con toda la intención de golpearlo, pero su sorpresa fue enorme cuando el chico de cabellos rizados detuvo su golpe y lo empujó provocando que cayera al piso, ganándose las miradas de los presentes que estaban cerca, así como, las risas de algunos de ellos.

Con toda la intención de devolverle el golpe, se levantó del suelo dirigiéndose hacia Pepa, pero se detuvo en seco cuando vio a Paz acercándose. Avergonzado y desarmado, se retiró del lugar, no sin antes lanzar una mirada llena de odio a Pepa y a Bosco.

- Pepa, mijo, ¿qué sucedió con Tortuga?, ¿están bien los dos? -

- No te preocupes, tía, solo vino a causar problemas pero no los consiguió y se marchó -

- De acuerdo. Cualquier cosa me avisan, por favor - finalizó diciendo Paz para acto seguido, retirarse.

Hasta ese momento, Bosco no había apartado su mirada de Pepa. Aún no asimilaba todo lo que había pasado frente a sus ojos. Pepa, su tutor de matemáticas, lo había defendido. Si bien su relación estaba mejorando, no esperaba que el mayor hiciera algo así por él.

- ¿Estás bien, Bosco? -

Bosco salió de sus pensamientos cuando escuchó que el chico le hablaba.

- ¿Ah? Sí, yo sí, estoy bien...Mmmm...gracias, por eso -

- Claro, ya pasó -

- ... -

- Mmmm, bueno, ¿quieres tomar unos refrescos o comer algunas garnachas o alguna otra cosa? Hay mucha comida allá en la mesa ¿Vienes, conmigo? -

- No sé. Ese tipo de comida no es muy de mi gusto -

- Sí, claro - murmuro Pepa, decepcionado.

"Diablos, lo ofendí" pensó Bosco

- Pero, puedo hacer una excepción por esta vez, después de todo vine aquí por mi hermana. -

"Que argumento tan malo" se dijo a si mismo Bosco

- ¡Genial! acompáñame entonces. Te invitaré unos tacos que mi tía y mi mamá prepararon, son riquísimos - le dijo Pepa, con una sonrisa en su rostro.

El chico estaba muy emocionado por la respuesta positiva del menor, tanto así que sintió un aleteo en su estómago y no, no era precisamente por hambre, pues minutos antes se habia saciado con tres tacos de la mesa. Sin embargo, con Bosco frente a él, sintió que era el momento indicado para invitarlo a compartir algo, algo junto a él.

Cuando llegaron a la mesa de comida, Pepa sirvió en un plato dos tacos y en un vaso un refresco de tamarindo, ambos para Bosco, y para él tomó un taco, pues estaba un poco lleno por lo que había comido antes.

- ¿Pensabas quedarte parado en ese lugar sin hacer nada durante toda la fiesta? - preguntó Pepa antes de darle una mordida a su taco.

- Tal vez...No tengo idea de que hacer en situaciones como esta -

- ¿Nunca has ido a una fiesta? - preguntó Pepa, dubitativo - ¿O es porque esta es una fiesta de barrio? -

- Sinceramente nunca he ido a una fiesta -

- Pues, ya estás en una. En una de verdad. Solo déjate llevar por la música y por la gente a tu alrededor - sonrió.

(...)

- Tenías razón. Estaban muy buenos los tacos - dijo Bosco mientras desechaba la vajilla descartable.

- Te lo dije...¿Quieres bailar? -

- Pues...no estoy seguro. Soy pésimo bailando y... - "esa música" pensó - solo no soy bueno en eso -

- Ven, te enseño. No soy un maestro en el baile, pero sé uno que otro paso -

Bosco todavía dudoso, aceptó la propuesta de Pepa y, junto a él, se unieron a las demás personas que estaban bailando.

- Anda, solo déjate llevar -

Bosco, muy cohibido, siguió la indicación de Pepa y empezó a moverse lentamente al compás de la melodía, mientras, observaba a Pepa moverse un poco más que él. Por alguna razón, no podía dejar de mirarlo. Le era imposible no ver a Pepa bailando tan sutil, tan natural, fluyendo con la música, con sus rizos perfectos contoneándose con cada movimiento que hacía, con un brillo especial en sus ojos marrones y con una sonrisa de lado a lado en su etéreo rostro.

Cuando el festejo llegó a su fin, ambos jóvenes se despidieron. Y mientras Pepa ayudaba a limpiar, Bosco y Gala subían al coche en el que habían venido para regresar a la mansión. Al final de ese día, Bosco pensó que después de todo no había sido tan mala idea asistir a aquella fiesta. Ahora, menos arrepentido, se dispuso a irse a dormir y esperar con ansias su próxima tutoría con Pepa.

Presagios // BospaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora