Eres mi juego final

CAPÍTULO 60 Trágico adiós

ADVERTENCIA: Contenido +18

A la mañana siguiente, antes de que apareciera el sol, la pareja se encontraba despierta, anoche todos acordaron ir un rato a la playa, esperando no ser acosados por los curiosos, ya que todo mundo sabía que se encontraban en Rhode Island, nadie dejaba pasar desapercibida la casa de la cantante famosa, Holiday House era muy conocida ya en esos rumbos, Travis ya estaba concentrado en los hombros de su esposa, besándola con esos típicos sonidos que suele hacer cada que le truena un beso.

Taylor le acariciaba la cabeza, disfrutando de ese momento, sintiendo el peso de su esposo sobre ella, él ya la estaba abrazando con la firme intención de no levantarse pronto de la cama, metiendo su mano dentro de las bragas de su esposa, llegando a su zona íntima, acariciando de manera lenta y suave primero, explorando a su alrededor aquella piel tan delicada.

—Trav— la rubia gimió levemente al oído al sentirlo.

—¿Me detengo? — le preguntó descarado, él sabía que ella no iba a pararlo, era demasiado temprano y esto podía ser lo más discreto que van a realizar matutinamente.

—No, no te detengas— le ordenó.

—Bien— le gustaba salirse con la suya, no iba a negarlo, la mejor parte de todas es que los dos la mayor parte del tiempo estaban dispuestos y dando su consentimiento.

Kelce permaneció con sus dedos dentro, llevando a cabo movimientos circulares, pudo notar al mirar los ojos de su esposa abrirse como dos platos y luego cerrarse, que ese era el camino que debía seguir, él a pesar de ser un experto en agarrar balones, ya se estaba especializando en esa actividad con Taylor, cada que podían tener una oportunidad como esa, al menos por la hora era más adecuado hacer algo así en lugar de tener sexo de manera convencional, donde en cualquier instante podían ser interrumpidos por sus hijos o alguien más.

Él no paraba con la ocupación, la rubia hubiera querido corresponderle del mismo modo que él la hace sentir con ese acto, pero la verdad es que ni siquiera se podía mover ante las sensaciones que experimentaba, Travis era una caja imparable de sorpresas, la mayor parte de las veces ella se preguntaba ¿Dónde estuvo metido gran parte de su vida?, la fortuna que tenía de poseerlo, tal como si su propia hija dijera su nueva y repetida palabra "Mío", un término que quedaba perfectamente, expresando lo que sentía.

En cuanto la rubia tembló un poco al tacto de Travis, él ya sabía por donde debía continuar, sonrió descaradamente y ella pudo notarlo, iba a dejar que le hiciera lo que quisiera, solo con él podía sentir la plena confianza de ello.

De vez en cuando él dirigía su vista hacia arriba de su cabeza para cerciorarse de que su esposa le indicara que estaba llegando a donde quería, algo que lo motivaba todavía más, despertar así debía convertirse en el mejor antídoto anti estrés.

La cosa pudo haber reanudado de un modo distinto, pero como dos padres cuyos hijos son demandantes en la edad que se encuentran, escucharon el tedioso sonido "Clack, clack, clack, clack" avanzando en el pasillo, obviamente Evie se despertó para buscarlos.

—No puedo con esto tan temprano, Tay— se levantó de la cama. —¿Está bien si ahora yo voy con Charlie? — rio.

—Sí— dijo riendo. —Yo me encargo de tu peor enemigo, ve tranquilo— lo entendía, ella también ya estaba cansada de ese sonido, pero se sentía tan relajada, que no le importaba hacerse cargo de esa situación.

El enorme hombre abrió la puerta encontrándose a su hija abrazando adorablemente ese animal inerte. —Buenos días, Evie— su padre le dijo cargándola para besar su mejilla y luego depositarla al lado de su madre, la amaba, aunque le desesperara ese ruido. —Ya regreso— besó a Taylor y se fue caminando para entrar a la habitación con su hijo, quien estaba dormido casi en la orilla de la cama, Travis lo movió para acomodarlo más al centro, seguramente Evie abarcó toda la extensión de la cama, ya acostumbrada a dormir sola.