LIV: El poder de Las promesas

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El sol en lo alto indicaba que era medio día, no había casi sombras y el calor era intenso. Los invitados de Nuevo continente habían optado por una mañana tranquila en los patios internos  más frescos de la casona donde aún las fuentes contenían algo de agua circulando de la última lluvia, lo cual refrescaba el ambiente.

Solo faltaban dos noches para la boda de Samira y Zeth. La ansiedad de todos se acrecentaba cada hora que pasaba y más la de Samira. Sobre todo, porque hacía dos días que casi no había visto a su futuro esposo.

Hade se acercó al grupo invitándolos a la mesa para el almuerzo. El grupo de Samira, Tamara, Melanie y Josh siguieron a Hade sin demora rumbo al salón y al entrar escucharon a una molesta Anisa diciendo:

- Entonces ¿Dónde se ha metido ahora? - preguntaba Anisa tomándose el puente de la nariz.

-No tengo idea señora. Murat dijo que el llega en la mañana y ya no está Layl en los establos, por lo que cree que sale antes de que salga el sol... - le contestaba Califa.

-Ayer a la tarde estuvo por aquí pero apenas cruzamos palabras. ¿Ocurrió algo con los camellos Califa? ¿Le preguntaste a Mehmet? –

-Si, lo vi ayer en el mercado. Me dijo que tampoco sabe nada. Y que no vio al niño Zeth por allí tampoco. Amín y Farah tampoco saben nada. – Dijo Califa encogiéndose de hombros.

- Que los dioses me ayuden... ese muchacho es tan impredecible. – Se quejó Anisa tomando asiento y frotándose las sienes.

- ¿Por qué no desayuna y toma el medicamento para el dolor de cabeza? Enviaré a Amín a buscarlo por los acantilados, tal vez solo esta entrenando, seguro esta ansioso también, y ya sabe usted que el prefiere mantenerse ocupado. – trató de consolarla Califa.

-Hade, ¿fuiste al cuarto de Zeth? - Anisa la vio entrar.

-Si señora. Solo faltan sus armas de siempre, y la cama esta intacta. – dijo Hade bajando la voz.

Zahid y sus esposas llegaron al salón también.

- ¡Tía Samira! Mi mamá me dijo que esta tarde iremos todas al mercado. ¿Me ayudarás a elegir un broche bonito para el turbante de mi tío? Tiene que ser muy muy especial. Elegiremos el más bonito y parecido al de un príncipe. - dijo la pequeña Fatma al ver a Samira.

-¡Oh! Claro que si... dijo Samira con una sonrisa, pero a la vez preocupada por lo que acababa de oír de su suegra.

-Madre, ¿te sientes bien? – dijo Zahid al saludar a su madre.

-Estoy bien, solo es un dolor de cabeza persistente. No me lo puedo quitar... -

-Toma las medicinas de Califa madre, siempre son muy buenas, y por la tarde puedo mandar a buscar al doctor. – Le dijo su hijo mayor.

-No es para tanto, seguro con las medicinas de Califa me pasa. -

- ¿Y Zeth? - Preguntó Zahid bajando al pequeño Jalil para que vaya con su madre.

-No lo sé... ¿Lo viste en los mercados? - le preguntó su madre.

-No... al menos por nuestras tiendas no pasó... - Dijo Zahid.

Y se quedaron callados por que Selim y Kadir hacían su entrada junto con Latifa y Mohamed.

El almuerzo pasó sin la presencia de Zeth otra vez, pues desde hacía dos días que no compartía las comidas con ellos tampoco. Selim por supuesto que hizo sus comentarios al respecto de que el novio podría estar prófugo o haberse arrepentido, pero Zahid mintió con bastante convicción de que Zeth estaba ocupándose de otros asuntos de negocio de los cuales prefería desocuparse antes de la boda. Pues porque debía luego cumplir la tradición de no separarse de su esposa por un tiempo una vez casados, hasta comprobar la consumación del matrimonio o dejar a la misma embarazada de un heredero.

Los hijos del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora