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Chan fue empujado bruscamente hacia la pared, las manos de Jeongin se posaban alrededor del blanco y delicado cuello del mayor, comenzando un beso candente al unir ambas bocas con tanto deseo, el cual por fin iban a saciar.

La verdad, Chan estaba bastante sorprendido, jamás había visto tal faceta del menor. ¿Dónde había quedado ese inocente niño?

Mientras tanto, Bang tomó de la cintura al menor, rozando sin querer ambas erecciones, causándole a Jeongin un gemido ahogado de por medio en el beso.

La lengua del mayor azabache entraba con descaro a la boca del otro, relamiendo sus labios y dejándole pequeñas mordidas en el labio inferior, mientras le daba una sonrisa coqueta.

—Y dime, ¿no te cansas de atacarme?

—No.

—Deberías.

—¿Por qué? Tú lo pediste, Jeongin.

—Tienes razón.

—Cómo sea, ahora me toca a mí.

—Qué co- —el menor fue volteado. Y terminó soltando un gemido por el choque de su espalda contra la pared.

El mayor intentaba deshacerse de la ropa que tenía el otro, ya que les comenzaba a molestar. Pasaba sus manos delicadamente por la cadera hasta el trasero del menor, amasándolo con fuerza mientras dejaba algunos besos en el cuello.

Lentamente comenzó a desabotonar la camisa blanca del que estaba postrado en la pared, botón por botón. Ya comenzaba a desesperarse, era una maldita tortura desabotonar la camisa así que Bang decidió romperla como si nada, dejando a Jeongin expuesto ante él.

Dejaba pequeños chupetones en las clavículas, succionando agresivamente la piel del otro, la cual estaba comenzando a tener tonos morados y azules por lo antes causado.

Jeongin lo empujó levemente hacia atrás, a lo cual Chan lo quedó viendo confundido. ¿Acaso no le estaba gustando lo que estaban haciendo? ¿Ya se estaba arrepintiendo?

—¿Qué pasa?

Jeongin solo se dedicó a darle una sonrisa pícara.

—Nada, cariño, simplemente quería molestarte.

Tomó a Chan del cinturón y lo jaló posesivamente hacia él, comenzando a quitarle dicho. Cuando por fin soltó el cinturón, decidió comenzar a atarlo alrededor de las muñecas del mayor, dejando un agarre ajustado.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Nada —respondió inocentemente, jalándolo del agarre para acercarlo nuevamente hacia él—. Nada, baby.

Maldecía a Jeongin en el momento en el que le había hecho revelarle todas sus debilidades, cada una de ellas. Sabía que decirle baby lo ponía mal.

—¿Por qué no nos dejamos de tantos rodeos y nos dirigimos a la cama?

—Déjame solo probarte bien una vez más —juntando sus labios como una de las miles veces anteriores.

Tomando posesión en la boca contraria con su lengua, que claramente sabía qué hacer como para generarle gemidos ahogados a el menor, el cual justo ahora tenía las mejillas muy rojas.

Jeongin despegó su espalda de la pared y dirigió a Chan hacia la habitación. Tirándolo a la cama, no sabía ni él mismo de dónde había salido esa faceta tan dominante y sexy, pero no pensaba que le fuera a durar por mucho tiempo.

Se subió a él, y con la ropa aún puesta comenzó a montarlo. Dando ligeros saltos en el bulto que se formaba en los pantalones de Bang.

—Deja de torturarme —dijo Chan en un gemido entrecortado.

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