Cap 80

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Despertó nervioso y adolorido. Cayó de rodillas al frío suelo por el llamdo de su señor, se pasó la mano en el cabello. Sin dejar de respirar rápido se levantó sacudiendo su ropa.

-Es hora de irnos- se acercó a la cama sin levantar la mirada, parando el avance al ver que no había nadie en ella. Camino rápido al baño, no había nadie ahí. -¡Maldita sea!- no podía perder más tiempo, sin importarle las miradas de las personas salió, al estar en un lugar solo apareció en la mansión Malfoy.

Sus compañeros parecían ansiosos con sus máscaras y varitas listas. El elfo de la familia se le acercó estirando los brazos para indicarle el lugar donde su presencia era requerida. Un el recorrido se detuvo por una puerta entreabierta, reconoció aquel cabello blanco y aquella inusual máscara.

Su esposa se movía entre los señuelos, con firmeza hacia rebotar cada hechizo, su audiencia eran aquellos seres que a él no le simpatizaban para nada, los hombres lobo. Trato de entrar y tomarla del brazo y gritarle.

El elfo lo tomó de la túnica con temor, con fastidio comenzo a caminar hasta llegar al comedor donde ya se encontraba el mago oscuro, se inclinó en señal de sumisión.

-Severus serás parte del equipo- Tom sonrió al ver a aquel magnifico grupo, Lucius era el líder junto a su cuñada. -El Ministerio ha tomado algunas decisiones que van encontra de nuestros ideales, eso no puede continuar-

El pelinegro levanto la mirada a su amigo, Liana lo miraba en su posición a lado de Tom.

-Yo estaré esperando su señal afuera- dijo la mujer comenzando a caminar alrededor de los magos. -Entrar y salir es su prioridad-

Unos pasos llamaron la atención de los demás, Adhara y Arzhel se inclinaron. La mayor se acercó a un más al mago oscuro y le dio una carta.

-Mi señor el ministro estará en su oficina, algunos aurores estarán dando sus rondas, aquí he escrito los lugares que quedarán expuestos.-

Tom revisaba cada detalle, tres grupos de sus más importantes mortífagos irían a esta misión, el primero sería la carnada en el Ministerio, el segundo de apoyo y el último los que darían el golpe.

-Llama a Madame Snape- menciono esas palabras con burla. Busco la mirada de su compañera que solo se cruzaba de brazos. Arzhel asintió saliendo, al volver a aparecer Eris caminaba con algunos rasguños en los brazos y la ropa llena de polvo. -Madame Snape es todo un deleite verla- se acercó a ella, su mirada quedo en la parte rota de su camisa, podía ver la piel de su clavícula.

Eris no apartó la mirada de la del hombre, su interior estaba en guerra. Se sentía por primera vez en contra de las órdenes del que fue considerado como un confidente.

-¿Que necesitas?- sentía la mirada de cierto pelinegro.

-¡Seras la estrella del show!- la tomó de la mano y depósito en ella una pulsera de material fino y muy costoso. Esta al hacer contacto con la piel de la dama comenzo a realizar su función, el hechizo de glamur transformó toda la vestimenta de Eris en un atuendo muy provocativo. Su cabello fue amarrado en un moño, su camisa era muy ajustada y con un escote muy pronunciado, sus piernas eran cubiertas por medias de encaje y tacones negros. Pero lo que hizo suspirar a otros mortífagos fue ver aquella falda corta.

Parecía una secretaria lista para seducir a su jefe. Regulus que estaba en un rincón se atraganto con su bebida al ver cómo esas prendas se moldeaban a las curvas de la bruja.

Eris sin aguantar la miradas lujurioso de sus colegas intento retirar la pulsera, un brazo fuerte la tomó de la cintura hasta sentarse en las piernas de aquel mago. Puso sus manos en aquel pecho imponiendo un límite.

-Vera Madame Snape- Tom miraba a Snape como incitandolo a atacar, quería ver si su teoría era cierta. Paso una mano por la pierna de la peliblanca con la excusa de levantarla un poco más de su regazo -El ministro querrá una compañia colonia suya- tomó de la barbilla a la bruja -Espero una buena actuación-

Severus apretaba sus manos en fuertes puños, que llamar mujer que su señor presentaba ante los demás como un trofeo era su esposa, su mente le gritaba que solo el podía tocarla.

La peliblanca ya fuera de si logró soltarse, se quitó aquel objeto volviendo a su atuendo, una mirada gris fría estaba puesta en Tom. Intento reprimir su ira de ser utilizada como un juguete sexual, mordiendo el interior de sus mejillas.

-Mi señor, Madame Snape no está apta para esta tarea- Tom miro disfrazando muy bien su enojo con Snape -Hace poco tuvo una recaída- se acercó hasta la peliblanca.

Algunas risas inundaron el comedor.

-¡Vaya Snape tu si sabes complacer a una mujer y llevarla más haya de su limite!- un mortífagos grito incitando a los demás a hacer comentarios con respecto a la vida sexual de esos dos.

Bellatrix observo el lenguaje corporal de su amiga, estaba muy incómoda. Con solo eso la peli negra descubrió la verdad. Apuntó con su varita al idiota que había iniciado, este cayó sin vida.
-¡Es hora de que se vayan!- les grito su líder, algunos desaparecieron y otros volaron un humo negro. Snape trato de tomar del brazo a la peliblanca, percibía algo inusual en ella, molesto salió al escuchar como lo llamaba su amigo.

Eris salió deprisa, quería caminar hasta la salida para despejar su mente, casi chocando con el pecho de Silas. Levanto su cabeza hasta toparse con la vista de él, no quería hablar.

-Tranquila- su compañero la tomó de los hombros, la noto fría y ojerosa. Estaba atento a miradas indiscretas.

-Recuerda lo hechizos, los aurores no utilizan maldiciones- hablaba para aferrarse a un falso Estado de bienestar -Las varitas son muy curiosas, estas les responderán pero no darán el cien por ciento debido a que no fueron hechas para ustedes- quería apoyar todo su peso en algo sólido, tenía la sensación de caer -Estaré pendiente de ustedes, Silas- lo tomó de la mano -Necesito que vuelvas a mi-

El nombrado quería evitarle tanta molestia, sabía que era el último en la jerarquía de los magos, su voto no tenía voz. Aun así ella lo miraba como un igual, asintió con firmeza.

-Lo prometo mi señora- le sonrió, le debía tanto a esq bruja tan curiosa.

-Todo acabará bien- no pudo evitarlo, necesitaba contacto humano. Se abalanzó a aquellos brazos que por mucho soportaron torturas. Ambos corazónes palpitaron a un solo ritmo, ambas partes se debian tanto.

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