Capítulo 11

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Bruno llegó a casa de la familia Miranda, días después de saberse la noticia de que César había estado en otro lugar y a quien conocía en los últimos siete meses resultaba ser el hermano gemelo, una noticia que le fue difícil asimilar pero al final tenía que afrontar. Fue recibido de inmediato por César, quién lo tomó del cuello como de costumbre sonriente; sin embargo, para Bruno ya no existía esa conexión, la amistad se había perdido y simplemente prevaleció la incomodidad.

— ¿Qué es eso? ¿Ahora lees? —Lanzó una risa al ponerse cómodo sobre la consola.— Escuché que haz mejorado en tus calificaciones, me sorprendes.

— Bueno, a veces nunca es tarde para dar la mejor versión de nosotros mismos. —Susurró al darse cuenta que acaba de usar una frase de Lucas, a quién todavía no veía y lo único que obtuvo fue la burla por parte de César.—

— "Mejor versión" ¿Qué estupideces dices? Ya pareces esas señoras viejas que paran dando charlas motivacionales. —Ante sus propias palabras recibió una sonrisa nerviosa por parte de una persona que todavía consideraba su mejor amigo.— Vamos a jugar.

— Iré a los servicios, ve jugando solo... Después te ganaré. —Con rapidez salió de la habitación para dirigirse hacía la otra habitación en donde Lucas se mantenía entretenido con un libro. Bruno se quedó un rato ante la puerta cerrada, sujetando el libro que había mantenido con el especial cuidado que había prometido y finalmente tocó la puerta.—

— Bruno. —Pronunció el nombre del mejor amigo, quién se mantuvo en silencio al mirarlo.— ¿Lo terminaste? ¿Qué te pareció? Cuéntame y quizás lo lea después.

— Idiota... —Susurró al cruzar los brazos y mantener la expresión seria.— Yo haciendo lo posible para que me recuerdes y resulta que no eras César, debí quedar como un imbécil hablando del pasado.

— Lo siento.

— ¿Crees que con un "lo siento", todo volverá a la normalidad?

— Yo-

— Debes de llevarme a comer, acepto todo lo que tenga fritura y sí no es eso, créeme que te voy a desear todo lo mal de este mundo. —Al terminar de hablar vio como Lucas sonreía.— Te ves como un idiota. —Le estrechó el libro y el contrario lo sostuvo.— No creí que sería tan triste y su final ni siquiera sabía si sonreír o llorar ¿Cómo la gente puede leer esto? ¿Les encanta sufrir o qué?

— Bueno, todos tenemos nuestro lado masoquista. —Lucas notó como el libro estaba bien cuidado, así que se sintió aliviado por ello.—

— Quiero...que me des otro, vi uno con una portada de color amarillo.

— ¿Lo vas a cuidar?

— Por supuesto, son los libros de mi mejor amigo. —Respondió con rapidez logrando la sorpresa por parte de Lucas, a quién en segundos tomó del cuello para desordenarle el cabello. Luego de dejarlo se dirigió dentro de la habitación, directo al librero y llevarse el libro del que hablaba.— ¿Sigues con esos libros sobre la psicología humana?

— Me interesa mucho como funciona nuestro cerebro, los pensamientos y el origen de-

— ¡Demasiada información! Mi cerebro va a explotar, lo mío son los libros de fantasía. —Aseguró al sonreír y salir de la habitación.— No te olvides de que me debes una comida.

— No lo olvidaré. —Despidió a Bruno para volver a cerrar la puerta, sintiéndose feliz de que la amistad todavía perduraba.—

Cuando Bruno volvió a la habitación de César lo encontró echado sobre el sofá, viendo una película y al preguntarle qué pasó con el juego solo le respondió que ya no quería jugar y que mejor vieran una película acompañado de una pizza que llegaría en poco tiempo por delivery. El cambio notable en el chico fue que había ido detrás de Bruno, escuchando gran parte de la conversación que tuvo con su hermano especialmente cuando lo llamó su mejor amigo.

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