Capítulo 33 parte II

1K 121 7
                                    

La peor parte de haber bebido como un desquiciado, era la resaca.

O al menos, eso era lo que Jungkook pensaba, porque efectivamente, tenía un taladro perforando su cerebro, quería beberse diez litros enteros de agua y su estómago parecía un parque de diversiones ya que las náuseas no cesaban y al parecer no tenían la intención de hacerlo.

—Satanás, soy yo de nuevo... —imploró.

Aunque la luz estaba apagada, tuvo que taparse el rostro con la cobija porque la cortina de Jimin estaba semiabierta, dejando pasar los irritantes rayos de sol.

Gruñó con fastidio y le rezó a quién se le ocurrió para no morir esa mañana, no tenía listo su testamento. Todo le daba vueltas y tuvo que sentarse sobre el colchón para estabilizarse; se percató de que también le dolía el cuerpo, como si un jodido tren de carga le hubiese arrollado.

Cuando menos estaba limpio, recordaba haberse aseado y cambiado, la pijama con el personaje de Disney al que nadie le entendía cuando hablaba, definitivamente no la traía puesta cuando llegó ahí. Tenía recuerdos vagos de haber caminado a las dos y media de la mañana rumbo a la casa de cierto pelinegro, no tenía ni la más mínima idea de cómo había dado con el piso correcto, pero ahí estaba cuando Jimin arribó.

Se frotó las sienes y se relamió los labios, incorporándose con cuidado. Se quedó unos segundos con los pies afianzados al suelo, asimilando sus graves consecuencias; miró el reloj en la pared, eran pasadas las diez de la mañana y él entraba a trabajar a las dos de la tarde, ese sábado le tocaba cubrir el turno vespertino en la concesión. Con suerte, no tendría retardo.

Salió de la habitación dando pasos cortos pero seguros, anduvo por el pasillo jurándose no volver a mezclar cerveza, ron y vodka, hasta que llegó a la sala.

Vio cojines desordenados, una manta tirada y un Jimin totalmente torcido sobre las tres plazas del sillón. Extremidades extendidas, boca entreabierta y mechones negros tapando su frente; unos centímetros más a la izquierda y sin duda, acabaría impactando contra la loseta.

Se aproximó al ser humano inconsciente tumbado sobre el mullido mueble, observándole de pie desde un costado y delineando sus facciones relajadas; el menor tenía las mejillas sonrosadas, era increíble que hasta durmiendo conservaran ese tono, sus labios regordetes y llenos dejando escapar suspiros de paz, su pecho ascendiendo y descendiendo con lentitud tras su plácida respiración.

Reiteraba una belleza sobrenatural.

Lo iba a despertar moviendo su brazo, pero se planteó una mejor manera de hacerle abrir los ojos, al descubrir un atomizador de agua abandonado en una repisa.

Quizá Jimin había olvidado llevarlo a su lugar, pero eso era mera suerte para Jungkook, pues lo tomó con una sonrisilla traviesa y apuntó al rostro de su víctima mañanera.

—¿¡Qué diablos!? —Jimin se sobresaltó, gritando espantado cuando múltiples chorritos de agua le iniciaron a empapar los pómulos.

—Buen día —murmuró el castaño, sin dejar de accionar el gatillo plástico que disparaba el líquido.

—¡Para, para! —chilló precipitado, cubriéndose como pudo con las manos—. ¡Jungkook, ya!

—¿Qué tal dormiste? —musitó divertido, intentando pasar el hilillo de agua por las partes descubiertas.

—¡Ya déjame! —la risita que Jimin exhaló fue imposible de evitar—. ¡Basta!

—¿Por qué no dormiste conmigo? —preguntó abiertamente y su dedo índice dejó de presionar el dispensador.

club bengala 𐙚 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora