Sesenta Segundos

56 5 0
                                    

Con sus ojos abriéndose como platos se levantó, sin tener la más mínima idea quién había acabado de pasar...

Su corazón retumbo.

Tuvo ese mismo sueño de nuevo.

De hecho, no era un sueño en sí. Estaba durmiendo y de repente este extraño sentimiento como si su corazón se apretará se hacía presente.

Jennie estaba preocupada de que fuera algo medico cuando Chaeyoung lo menciono casualmente, pero Chaeyoung no creía que fuera eso.

Había algo sobre ese sentimiento persistente que prevalecía, como si se estuviera olvidando de algo.

Algo importante...

Chaeyoung suspiro, salió de su cama y se puso su bata. Se estiró, peinando su cabello desordenado con sus manos mientras se acercaba a las cortinas y las abría.

Rayos dorados de sol entraron a través de su ventana, bañando su habitación con calidez. Chaeyoung sonrió, tarareando mientras disfrutaba de la luz de la mañana. Miro hacia fuera a las calles, la ciudad se estaba levantado y el ruido empezaba a aumentar.

Chaeyoung se dirigió hacia su pequeña cocina y se preparó un poco de café. Volvió a la ventana y se sentó en el asiento en el borde de su ventana, bebiendo su café y mirando como la ciudad se despertaba.

Era su pasatiempo favorito: ver a las personas. Había visto tantos momentos secretos desde su ventana en lo alto de las calles.

Ese tipo que asentía con la cabeza al ritmo de la música de sus auriculares, con una pequeña sonrisa en su rostro.

Esa pequeña mujer saliendo de la tienda de conveniencia con gigantescas bolsas de plástico, Chaeyoung se preguntó: 1) ¿La mujer había comprado toda la tienda? 2) y si las bolsas iban a reventar.

Dos extraños saludándose porque sus respectivos perros de repente se empezaron a oler los traseros.

El pequeño viejo hombre que se maldecía porque se le cayeron algunas monedas del bolsillo.

Ese chico escurridizo usando una sudadera con la capucha puesta agregando un artístico grafiti a un muro...

Cuando se dio cuenta del hábito de Chaeyoung, Jennie había comentado que su socia de negocios era del tipo sensible y romántico, fácilmente afectada por las cosas más pequeñas y mundanas.

Aún así, Jennie... siendo una chica pragmática... nunca entendería como observar esos pequeños momentos privados hacia que Chaeyoung se enamorará cada día un poco más de las cosas ordinarias que nos hacen humanos.

Sin ser esperado, el recuerdo de ese extraño sentimiento en su pecho surgió en su consciencia. Chaeyoung reflexionó sobre ese sentimiento mientras se tomaba lo que quedaba de su café.

Había empezado recientemente, cuando se había mudado a Seúl.

Jennie le había rogado incesantemente que se mudara de regreso a Corea, después de haber estudiado juntas en Australia.

("¡Es el lugar perfecto para empezar con tu tienda! ¡Haremos que nos lluevan dólares bebé!")

Aunque Chaeyoung pensó que Jennie estaba exagerando, se mudó junto con su amiga a Seúl, confiando en que Jennie tenía un buen ojo para las oportunidades.

Y para su sorpresa, el negocio floreció, justo como las flores que les vendía a sus clientes que pasaban por ahí. La gente era atraída por las coloridas y vibrantes flores; los extravagantes olores; y la tímida dueña de voz suave.

Puede que la florería de Chaeyoung este prosperando, pero su vida amorosa era, como Jennie había dicho, más seca que un poso en el desierto del Sahara que no ha visto ni rastro de lluvia en cinco años y tres meses.

60 SEGUNDOS (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora