Preface

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—¡Aak¡ ¡Ah¡ ¡Ah¡

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—¡Aak¡ ¡Ah¡ ¡Ah¡

Se escucha una voz acalorada que suelta gritos y gemidos. El sonido de piel contra piel chocando a buen ritmo. Es un sonido vergonzosamente familiar a mis oídos. Todo era horrible.

Pero no puedo moverme, sólo me queda apretar las manos tan fuertemente que la sangre no puede circular.

—Haak... basta... uhm, vamos a parar ahora...

El hombre que ya había estado en esa posición, parecida a la de un gato en celo durante horas, lloraba y gimoteaba. Aunque él lo escuchó, no dejo de embestirlo. Más bien, se volvió cada vez más intenso, el hombre respondió a los gritos con una voz seductora. El semen bastante ligero salió del pene del hombre. Después de eyacular tantas veces, el semen que salía en este punto era casi tan claro como el agua.

—Todavía falta. Te usaré hasta que ya no sirvas. Te ves bien.

Él gruñó con una voz particularmente baja y agarró la pierna del hombre. Insertó su pene más profundamente, el hombre dejo caer la cabeza y se estremeció.

Me encontré con la cara del hombre que estaba cubierta de lágrimas. Él estiró su mano forcejeando hacia mi lado.

—Eh, oye, ayúdame... ¡caliente, ha ha!

Otro par de ojos, miraron hacia mí como un depredador que tenía a su presa en frente.

—Esa persona no puede ayudarte

Él sonrió ferozmente mientras penetraba su interior. El hombre me miró con una mirada desesperada como pidiendo ayuda, jadeando seductoramente.

Todo lo que podía hacer era fingir tranquilidad, mientras miraba a esas dos personas mantener relaciones. Quería separarlos en este momento y huir de este lugar, la situación en la que me encontraba me resultaba dura y dolorosa.

El hombre suplicando ayuda jadeó de frustración y dolor.

—¡Ay, por favor! para. ¡Ay...! ¡Me duele...! ¡Ugh!

El hombre suplicó con lágrimas en los ojos. Sin embargo, su pene estaba hinchado como si se hubiera inflamado. El placer que sintió por más de cuatro horas, ahora se convirtió en un dolor que atormenta al hombre.

—Te dije que, si soportabas el tiempo acordado, te daría lo que quieras. Todavía queda mucho tiempo

La áspera voz del alfa sacudió al hombre.

—¡Por favor, por favor! Ugh, no. Oh no, no tienes que... ¡Uhh!

El cabello del hombre es tomado perversamente, y su cuerpo fue empujado rudamente hacia abajo. El hombre lloró con todas sus fuerzas, como si fuera a morir.

—Ay, por favor! ¡Ahh, perdóname! ¡por favor, sálvame! ¡haak, ugh!

El hombre forcejeaba con los brazos extendidos.

Un rastro sin aroma ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora