Capítulo 1

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Se escuchaban las ramas crujiendo en el callado bosque; retazos de vestido quedan en los arbustos dejando un rastro fácil de seguir. Lia corría lo más rápido que su cuerpo le permitía, ni siquiera estaba viendo para donde iba, en este punto lo único que sabia que tenia que hacer era correr lejos. Era tanto su desespero que ni siquiera vio el acantilado por el cual cayó soltando un grito. Fue una caída agitada, quedó lleno de tierra y con una herida en su pómulo, no era profunda, en realidad ni siquiera se había dado cuenta que se había cortado. Apenas se estaba poniendo de pie, cuando a lo lejos se escuchó. ¡PRINCESA LIA!- gritaban a lo lejos, ella quería correr; de verdad quería correr pero la caída la había desconcertado, no sabía a dónde ir.princesa Lia, que suerte que la encuentro- dijo el guardia real mientras la levantaba del piso El joven uniformado la guió durante el camino a través del bosque, la llevó justo al lugar del que ella había huido. Al salir del bosque pudo ver otra vez esos muros que la han tenido cautiva tantos años, las flores brillantes que la consuelan en sus peores noches. ¡LIA! ¿Cómo se te ocurre salir de esa manera del palacio?- La fuerte voz de la madre resonó en todo el lugar en el instante en el que la princesa puso un pie adentro. Lia ya ni la escuchaba, era la tercera vez que intentaba escapar, sobra decir que todos sus intentos fueron en vano. ¿Cuántas veces tengo que repetirte que no puedes salir del castillo? Mira lo que te hiciste en la cara- decía su madre cada vez con un tono menor.La princesa por instinto se tocó el pómulo y noto que estaba sangrando muy poco.Vete a tu cuarto, lee libros y te mantendrá entretenida. Entiende que esto lo hago por tu bien cielo. Lia ya había leído todos los libros que había en la biblioteca real, estaba cansada de cada uno de ellos pero no quería pelear más. Al llegar a su habitación Lia ya no lo pudo soportar más, empezó a gritar de frustración tirando cojines de forma aleatoria. ¡17 años encerrada en este maldito castillo!- las lágrimas empezaban a cegarle la vista, la impotencia no la dejaba pensar con claridad; su respiración estaba agitada y su aire por momentos se le iba. Tal era su desesperación que tomó un jarrón con flores que estaba en su escritorio y lo tiró a su librería. La imagen de los vidrios y las flores en el piso hizo que Lia se quedara quieta pero un fuerte sonido de algo cayéndose al piso la despertó de su trance. Era un libro, por su portada supo al instante que se trataba de un graptí klironomiá, una serie de libros en donde se relata toda la historia de su familia; ella ya se había leído todos esos libros pero este en especial nunca lo había visto. Lia iba a empezar a leer aquel libro cuando de repente la puerta de la habitación se abrió de golpe. Era un curandero, enviado por la reina para curar la herida que se había hecho en la cara. Princesa Lia, vengo de parte de la- su voz se calló en el momento en el que vio el desastre que era la habitación de la heredera, pero no le había tomado importancias hasta que su vista se posó en los vidrios regados en el piso. ¡princesa Lia pero que ha pasado aquí!- Dijo alarmado cayendo de rodillas para intentar recoger la mayor cantidad de vidrios y evitar heridas. Se me cayó, quería cambiarlo de lugar y se me resbaló- dijo la castaña fingiendo inocencia, tenía escondido el libro en su espalda; lo había puesto ahí por puro instinto, algo le decía que aquel curandero no podía ver el misterioso objeto. Después de recoger los pedazos de vidrio, el curandero con un juego de manos vuelve a la normalidad el jarrón, estaba perfecto. Lia se sentó en su cama para que le curen la herida, lo único que quería era que el viejo señor se vaya para poder leer aquel libro. Princesa, no esté enojada con su madre- su tono era suave mientras se ponía de pie para poder irse- Solo busca lo mejor para usted, después de lo que pasó...- En ese momento se retracto de todo lo que dijo, se notaba en su cara. Que paso? de que habla?- Lia notó de inmediato la situación, ¿De que estaba hablando? nada princesa, usted no se preocupe- Dijo tenso mientras salía rápidamente de la habitación. La princesa era joven pero no ingenua, era más que evidente que algo le estaban ocultando.

Tacet DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora