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DESPUÉS DE LO SUCEDIDO, que para Delilah fue hace muchísimo tiempo. Un día despertó a las siete de la mañana para ir al gimnasio, y se encontró con unas cuantas llamadas perdidas de Jane. No estaba arrepentida de lo que le había dicho y lo que había generado dentro de la cabeza de él, no es como si en general ella sintiese ese tipo de cosas, pero si que fue aogo que le generó una sonrisa.
Sin embargo era complicado, dudaba de en qué estado le hubiera hablado si respondía las llamadas.
Así que decidió primero empezar bien el día, comer algo delicioso, ir al gimnasio y justo después, llamarlo. Pero cuando lo intentó no contestó. Tampoco contestó seis horas después cuando ella salió de trabajar.
Y fue extraño.
No es que le preocupara, pero la intriga realmente le ganó y decidió pasar caminando por afuera de las oficinas del CBI, buscando su particular auto en el estacionamiento. Y allí estaba, por lo que minimamente sabía que Patrick había ido a trabajar.
⸻ Disculpe ¿Puedo ayudarla?
Una voz femenina suave pero firme la sacó de su ensueño y la mujer se volteó a ver a la dueña de ésta, encontrándose con la que quizás era, la menos conveniente que la encontrase allí. Algo ligeramente curioso pero molesto la consumió y la miró de abajo hacia arriba antes de siquiera poder pronunciar una oración.
Pero fue Teresa la que primero siguió.
⸻ Creo que a usted la conozco, es amiga de mi compañero de trabajo. ⸻ Apuntó la agente. ⸻ Soy Teresa Lisbon, trabajo con Patrick Jane... Ustedes se conocen, ¿Cierto?
¿Debía asustarle o darle risa que supiera algo de su existencia? Realmente esperaba que el hijo de puta no hubiera dicho nada de ella y que todo fuera una trampa. Pero algo dentro suyo le decía que tuviera fé en él.
⸻ Uhm, sí. Digamos que lo conozco. ⸻ Musitó dubitativa. ⸻ Soy Delilah.
⸻ ¿Estás esperándolo? Puedes subir si quieres a esperarlo en la oficina, hace frío aquí.
En el momento no le sonó como una mala idea, tenía frío, los pies congelados y le daba curiosidad la vida de Patrick cuando no estaba generándole confusiones dentro de su casa.
Delilah asintió en silencio y fue guiada por Lisbon al interior del edficio gubernamental, no pudo ni intentó pronunciar la más mínima palabra y para su suerte la agente solo pensó que se trataba de timidez. En su interior, la mujer pensaba con detalle en qué haría al ver a Patrick y qué podría hacer o decirle él.
