XXXI

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Las acciones de Beatriz, algunos cabos sueltos que había tratado de unir y ahora sus palabras comenzaban a iluminar el camino

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Las acciones de Beatriz, algunos cabos sueltos que había tratado de unir y ahora sus palabras comenzaban a iluminar el camino.

¿Ella había sido una de sus conquistas clandestinas? Quizá, pero era algo más trascendental porque la sensación que tenía en el corazón cuando estaba con ella era única, lograba estremecerlo y últimamente le costaba estar en modo cazador cuando estaba a su lado.

¿Qué había pasado y cómo habían llegado hasta ese punto? Quería saberlo, pero la petición de Beatriz lo había tomado por sorpresa.

—Quieres que te olvide —musitó—...pero, no quiero que sea así, me gustaría poder recordar todo de ti y siento que lo que me estás pidiendo no es verdad, ¿Por qué mientes? —dijo sin pensarlo.

Ella tras beber otro trago le miró, las mejillas le volvían a quemar, sentía lo mismo en la garganta, los ojos de él soltaban la misma angustia que recordaba, sus palabras sonaban convincentes; era injusto, durante tanto tiempo se había enfocado en olvidarlo, pensó que lo habría logrado con triunfo, sin embargo, poco a poco su corazón volvía a ceder más y más y eso la estaba haciendo sentir como una tonta.

—¿Qué te hace pensar que miento?

—Me has ayudado en varias ocasiones, alguien que te ayuda es porque se preocupa por el bienestar del otro.

—Los políticos también ayudan, hacen promesas y dan palabras bonitas para ganarse la simpatía de la gente, pero, solo buscan su propio beneficio, nada novedoso, ¿Verdad? —argumentó lo último con ironía y después bebió.

—Entonces, ¿Me estás diciendo que estás conmigo porque saldrás beneficiada? ¿Cómo? —concluyó sentándose a su lado. No estaba siendo sincera, se aferró a creer eso; ella trató de rehuir verle, sin embargo, él la detuvo con suavidad del mentón, quería leer la respuesta de su mirada—. Dime, ¿Cómo saldrás beneficiada?

En ese momento el corazón de Beatriz latió más fuerte que el barullo de la gente que les rodeaba. Él estaba tan cerca, sentía que su aroma la envolvía, su mano acariciando su mentón... solo bastaba que se acercara unos centímetros para que el corazón de ella recordara la calidez de sus labios, pero trató de mantenerse fuerte, con sutileza apretó su vestido y para su beneficio empezó a verle borroso, por lo que pudo sostenerle la mirada y quizá, continuar con la faceta de póker que se esmeraba en mantener.

—De la misma manera que tú: alcanzaré el éxito —atinó a decir y Armando levantó un poco las cejas—, ¿No me habías dicho que por eso te habías acercado a mí? —Poco a poco él la soltó.

—Sí, al principio sí, pero...

—¿Qué pensabas? ¿Qué acepté lo de Leroux por ti? ¿Creíste que después de todo este tiempo te iba a estar esperando como una idiota?

—No, claro que no, pero, hay una razón para esto, hace tiempo yo-

¿Están disfrutando su comida? —interrumpió una mujer en inglés con un acento mandarín.
Beatriz agradeció al universo y asintió con una falsa simpatía volteando hacia ella, después bebió de prisa lo que sobraba de la botella —Esta noche estamos fotografiando a todas las parejas que nos visitan.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora