⏳ CUARENTA Y CUATRO ⏳

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Ya había pasado una semana entera. Jimin estaba mejor considerando que se sentía molesto con su mejor amigo. El enojo no era tan grande, él sabía que las intenciones no eran malas por parte de Taehyung, pero aún así, no quería que las cosas se dieran de ese modo.

Ese día, el último asunto referente a la mejora de la villa estaba siendo resuelto. Ahora los pasillos estaban mejor iluminados, cada sistema de aire acondicionado había recibido mantenimiento y funcionaban mejor.

Todo estaba mejor.

De alguna forma.

Jimin entró a la recepción saludando a una animada Nina que limpiaba con especial concentración el pequeño mueble que resguardaba la colección de libros del pelinaranja.

Se dirigió hasta detrás del mostrador donde normalmente se posicionaba, dejando a su lado su humeante taza de café negro.

—¿Hoy si dormiste bien, jefe?

Sufría de insomnio de manera recurrente y no dudaba ni un poco al culpar a Yoongi. Siempre era la última persona que navegaba por su subconsciente en las noches, y era la primera que nadaba en sus pensamientos al despertar.

Pero eso no debía saberlo nadie.

—Dormí bastante bien —respondió sabiendo perfectamente que estaba mintiendo. Quizá la chica lo sabía, quién sabe.

—Me alegra, jefe.

Jimin iba a responder algo, pero cuando dirigió su mirada hacia Nina, un hombre alto y de buen ver atravesó la puerta de la recepción.

—Buenos días —el cabello negro le caía sobre la frente. Jimin observo a Nina mirar al hombre de pies a cabeza para luego verlo a él—. ¿Hay habitaciones disponibles?

El sujeto aparentaba estar cerca de los treinta. La ropa que vestía le daba un aura seria y Jimin no evitó ver los libros que llevaba cargando.

—Por supuesto —respondió él con su característico encanto amable—. ¿Habitación sencilla? —le preguntó. Él asintió y Jimin empezó el proceso rutinario para el registro.

Unos minutos después, Nina acompañaba al hombre de nombre Sunwoo hacia su habitación designada. Entraron y él se detuvo admirando el interior de la habitación, parecía satisfecho, o eso pensó Nina cuando lo vio acariciando un cuadro que adornaba la pared.

—Es un buen amante del arte —habló de repente. Nina lo observó detenidamente sin saber que decir, ¿qué sabía ella del arte?

—Tiene gustos geniales —dijo ella—. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle? —el hombre negó y Nina aprovechó para despedirse y salir de la habitación.

Se encontró con Jimin en la recepción y aprovechó para hacerle saber de la fascinación del nuevo huésped por la decoración del lugar.

—Es bueno que le agrade —concluyó Jimin con satisfacción—. Ese siempre es buen augurio.

—¿A qué crees que se dedique?

La primera impresión que le dio a Jimin fue que quizá era un hombre de negocios. Vestía muy formal y esos libros que llevaba por alguna razón le hacían pensar en negocios y estrategias de marketing.

—Ni idea, ¿por qué estamos desmenuzando la posible vida del nuevo inquilino? —preguntó de repente, riendo ante la expresión de Nina.

—¿De qué vive la gente, jefe? Así es, de chisme —se respondió—, es por eso que nuestras vidas son entretenidas.

—Hablas como si viviéramos al pendiente de la vida de cada persona que entra.

—Pues no es así —dijo ella—, pero lo que nos llega, nos llega de a gratis, así que nadie puede tacharnos de chismosos.

Después De Ti [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora