Esta es una historia pedida por ustedes con Joe Jonas, es basadan a partir del primer concierto en el movistar arena y va a ser continuada desde ahi, en tik tok van a tener contenido con adelantos y toda la info
El día había sido perfecto, o al menos eso parecía en ese momento. La brisa cálida de Miami acariciaba sus rostros mientras caminaban por la playa, dejando que la arena se deslizara entre sus pies descalzos. Sara y Joe, juntos, disfrutaban de una tarde que parecía detener el tiempo. El sol, bajo en el horizonte, pintaba el cielo con tonos dorados y rosados, como si el universo entero estuviera conspirando para que este momento fuera único. Sara reía, y su risa era como música, ligera y contagiosa, arrancando una sonrisa automática de Joe. A pesar de todo lo que había sucedido, de las dudas que persistían en sus corazones, ese día parecía ofrecerles una tregua. Había algo en la forma en que se miraban, en los pequeños gestos de cercanía que compartían, que hacía que todo fuera más sencillo, más real. Recorrían las calles vibrantes de la ciudad, explorando sin un destino fijo. En una tienda de recuerdos, se detuvieron frente a unos sombreros ridículos que encontraron, lo que desató una risa compartida. Era uno de esos momentos en los que la vida parecía reducirse a lo simple: un helado compartido, una broma tonta, el roce casual de las manos al caminar. No había lugar para las complicaciones ni para las tensiones que acechaban en sus mentes. Pero, como bien sabían, las apariencias podían ser engañosas. Aunque el exterior mostraba dos personas felices, las dudas seguían acechando en su interior. ¿Qué sentían realmente el uno por el otro? ¿Era amor lo que los unía o solo un consuelo temporal? Para Joe, la pregunta era aún más compleja. Después de un matrimonio fallido que lo dejó marcado, se había prometido no dejar que nadie se acercara lo suficiente como para lastimarlo de nuevo. Pero Sara, con su sonrisa y su espontaneidad, parecía romper todas las barreras que él había levantado con tanto esfuerzo a lo largo de los años. ¿Podría confiar en ella? ¿Sería capaz de abrir su corazón otra vez? O tal vez solo se estaba aferrando a una ilusión. Sara, por su parte, también se veía atrapada en su propia maraña de emociones. Se sentía atraída por Joe, sí, pero ¿era eso suficiente para que lo que estaba empezando a sentir fuera algo real? ¿O simplemente le gustaba la idea de estar con alguien que la hacía sentirse bien en un momento de su vida tan incierto? La verdad era que no lo sabía. Cuando la noche llegó, ambos regresaron a la casa de Joe, agotados pero felices. La sensación de paz que compartían en ese momento era como una burbuja aislada del mundo exterior. En la intimidad de su habitación, Joe la miró con ternura, una dulzura que no había mostrado a nadie desde hacía mucho tiempo. —¿Vamos a dormir? —preguntó con una sonrisa suave. Sara asintió, su mirada se suavizó. —Sí, mañana será un día largo para ti. No quiero que estés cansado —respondió, casi en un susurro. Subieron juntos, y la atmósfera en la habitación era cálida y acogedora. A pesar de las dudas que nublaban sus corazones, una conexión profunda estaba comenzando a formarse entre ellos. Algo que, aunque aún indefinido, los unía de manera innegable. Sin embargo, lo que ninguno de los dos sabía era que, mientras compartían ese momento íntimo, el destino seguía su curso. En otro rincón de la ciudad, Nick, que había decidido pasar el día con su hija, no podía dejar de pensar en Sara. La imagen de ella y Joe en la playa lo perseguía. Esa imagen de felicidad, tomada por un desconocido, había comenzado a circular en las redes sociales. ¿Qué significaba todo eso para él? ¿Podría seguir ignorando lo que sentía por ella? ¿Era posible verlo feliz con su hermano sin que le doliera? Aunque Nick trataba de mantenerse al margen, algo en su interior le decía que las cosas no serían fáciles. La imagen de Sara y Joe, tan felices, tomados de la mano bajo el sol de Miami, estaba comenzando a causar revuelo. Los comentarios ya empezaban a llegar. Algunos eran alentadores, otros llenos de juicios. Lo peor de todo era la incertidumbre que él sentía: ¿Cómo reaccionaría ante la relación de ellos? Esa foto no solo había revelado un momento privado, sino que también era el inicio de un dilema emocional que podría complicar aún más las cosas. Esa misma noche, mientras Joe y Sara descansaban, un desafío mayor se avecinaba. La noticia llegó como un golpe inesperado: una enfermedad que pondría a prueba no solo su relación, sino también su capacidad para manejar los momentos difíciles. La vida, como siempre, parecía jugar con ellos, lanzándoles retos que ninguno de los dos estaba preparado para enfrentar. Sara, a sus 27 años, había comenzado a cumplir uno de sus sueños más grandes, sin saber que su presencia en las vidas de los tres hermanos había desatado una serie de emociones y confusión. Sin darse cuenta, había encendido una chispa de caos y amor, una mezcla peligrosa que prometía cambiarlo todo. Joe, a sus 34 años, marcado por las cicatrices de un amor perdido, veía en Sara una posibilidad de redención. Pero aún quedaba la gran pregunta: ¿sería ella capaz de curar las heridas de su corazón roto? Mientras tanto, las dudas seguían flotando en el aire. ¿Existiría realmente ese "felices para siempre" que todos anhelan? ¿O estaban destinados a ser dos almas heridas, atrapadas en un ciclo de amor y dolor que nunca encontrarían la paz? El tiempo lo diría, pero por ahora, tanto Sara como Joe solo podían aferrarse a lo que el momento les ofrecía: un día perfecto bajo el sol de Miami, aunque sabían que las tormentas aún estaban por llegar. La noche había caído sobre Miami, pero el aire cálido seguía abrazando la ciudad, como si el día se negara a despedirse. En la habitación, el silencio era palpable, pero dentro de sus corazones, las preguntas seguían resonando. Habían compartido una tarde perfecta, pero la incertidumbre de lo que vendría estaba presente en sus mentes. Sara, acurrucada en la cama, observaba el techo, como si esperara que las estrellas le dieran alguna respuesta. Joe, en el otro lado de la habitación, no podía dejar de pensar en la fotografía. La sonrisa de Sara, tan genuina y brillante, la forma en que se entrelazaron sus manos, esa imagen que los había mostrado tal como eran en ese momento: felices, despreocupados, ajenos al caos que pronto los alcanzaría. En ese instante, el teléfono de Sara vibró sobre la mesa de noche. El nombre de Nick apareció en la pantalla. Un nudo se formó en su estómago. No quería atenderlo, pero sabía que no podía evadirlo por mucho más tiempo. Tomó el teléfono con manos temblorosas y aceptó la llamada. —¿Sara? —la voz de Nick sonó seria, pero con una suavidad que la desconcertó—. Necesito hablar contigo. Es importante. Las palabras de Nick pesaron sobre ella. Podía escuchar la tensión en su voz. Por un momento, se preguntó si estaba dispuesta a enfrentarse a lo que sentía por él. ¿Era su relación con Joe lo que realmente deseaba? ¿O simplemente se había dejado llevar por la cercanía, por la compañía en un momento vulnerable de su vida? —Estoy aquí, Nick. ¿Qué sucede? —respondió, intentando mantener la calma. —Solo quiero asegurarme de que entiendas lo que está pasando —dijo, vacilante—. Veo cómo miras a Joe, y cómo él te mira. No es solo una amistad, y yo lo sé. Pero también sé que esto puede complicar mucho las cosas, sobre todo entre nosotros. Sara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La conversación que temía había comenzado. No sabía si debía cortar la llamada o enfrentarla con la honestidad que ambos necesitaban. —No quiero que las cosas sean difíciles entre nosotros —respondió finalmente—. Pero lo que tú y yo tenemos... no es lo mismo que lo que siento por Joe. Creo que es complicado, pero no tengo respuestas claras ahora mismo. Nick suspiró al otro lado de la línea. —No quiero ser el que te haga tomar decisiones que no quieras tomar, Sara. Pero sí quiero que seas consciente de lo que esto podría significar. Es Joe, mi hermano, y no quiero que hagas algo de lo que te arrepientas. Sara cerró los ojos por un momento, sintiendo la presión de sus palabras. La lealtad hacia Nick estaba comenzando a entrelazarse con algo más, algo que ya no sabía si podía manejar. En ese instante, Joe apareció en el umbral de la puerta, observando a Sara con la incertidumbre pintada en su rostro. —¿Todo bien? —preguntó, su voz grave pero suave. Sara colgó el teléfono rápidamente, con un suspiro. —Sí, todo bien —respondió, sin poder mirarlo a los ojos por completo. Joe la observó, notando la distancia en su mirada, el leve temblor de sus manos al dejar el teléfono sobre la mesa. Aunque no dijo nada, sintió la presencia de algo más en el aire. Algo que no era tan simple como una conversación más.
Una tormenta estaba por llegar
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Por hoy voy a subir solo este capítulo porque estoy bastante ocupada, mañana subo otro más. VOTEN