Clarissa no durmió aquella noche.
Podía oír el silencio de la habitación que sólo Juliett y ella compartían. Teniendo a la pelirroja aún en la enfermera, seguía sintiendo la sangre fluir llena de rabia ante tal injusticia (Solo para Clarissa). Aunque volviendo a recordar el rostro contenido del profesor Jung, significa que realmente ese no era el castigo que él deseaba darles y que lo más probable es que los hubiese gritado aún más si no fueran la una de la mañana.
De todas formas, Clarissa no se arrepentía. Había hecho lo que tenía que hacer, ayudar a Hagrid, era culpa de Malfoy que haga un escándalo sabiendo que son de la misma casa.
De lo que resta de la noche, se mantuvo pensando en todas las probabilidades de hacer que ese cabello platinado se vuelva a un color amarillo chillón y hacer que le crezca el pico para que se parezca, ya sea a un pato o un pollito y así no hable durante toda su vida.
Eso le mantuvo bastante contenta en la mañana.
Cuando llegó al gran comedor mantuvo su expresión tranquila y calmada, viendo como algunos Slytherins que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener, súbitamente, noventa puntos menos que el día anterior?
Algunos murmullos se posaron en sus oídos, pero Clarissa solo comió, conversó con John y Juliett antes de iniciar las clases, mientras ideaban las diversas formas de molestar a Malfoy.
—Yo digo que le lances nuevamente la Maldición crece pelos a Malfoy —dijo Juliett con los ojos brillantes—. Además he oído por ahí que existe un hechizo para sellar los labios.
Los ojos de Clarissa se iluminaron ante la idea de callar a la rubia.
—¡Dejen de ser inmaduras! —exclamó John de un golpe—. El profesor Jung ya está cansado de nosotros. Nos advirtió a cada uno de lo que nos espera si seguimos incumpliendo las reglas.
—Bueno... a ustedes —admitió Juliett—. Él ya me amenazó y tía Charlotte de igual forma.
Era un poco tarde para reparar los daños, admitió Clarissa y se juró que, de ahí en adelante, sería más escurridiza. Lo menos que quiere es verle el rostro al profesor Jung.
Felizmente la historia no se propagó, cree que Malfoy tuvo algo que ver, verla tan silenciosa lanzando miradas a diestra y siniestra hacia ella le llenó de regocijo. Pero tampoco tenía mucho tiempo para disfrutar de ello, casi se aproxima los exámenes.
Las lecciones que tenía que repasar alejaban sus desgracias de su mente. Ella, Juliett y John se quedaban juntos, trabajando hasta altas horas de la noche, tratando de recordar los ingredientes de complicadas pociones, aprendiendo de memoria hechizos y encantamientos y repitiendo las fechas de descubrimientos mágicos y rebeliones de los gnomos.
Y entonces, una semana antes de que empezaran los exámenes, las nuevas resoluciones de Clarissa de no interferir en nada que no le concierne sufrieron una prueba inesperada.
Una tarde que salía solo de la biblioteca oyó que alguien gemía en un aula que estaba delante de él. Mientras se acercaba, oyó la voz de Quirrell.
—No... no... otra vez no, por favor...
Parecía que alguien lo estaba amenazando.
Clarissa se acercó.
—Muy bien... muy bien. —Oyó que Quirrell sollozaba. Al segundo siguiente, Quirrell salió apresuradamente del aula, enderezándose el turbante. Estaba pálido y parecía a punto de llorar.
Desapareció de su vista y Claeissa pensó que ni siquiera lo había visto. Esperó hasta que dejaron de oírse los pasos de Quirrell y entonces inspeccionó el aula. Parecía vacía, pero la puerta del otro extremo estaba entreabierta. Clarissa estaba a mitad de camino, cuando recordó que se había prometido no meterse en lo que no le correspondía, incluso le dijo a su padre que se enfocará en estudiar y lo dejaría todo en sus manos. Al mismo tiempo, habría apostado doce Piedras Filosofales a que el profesor Jung acababa de salir del aula y, por lo que Clarissa había escuchado, el profesor Jung debería estar de mejor humor por la sonrisa resplandeciente en sus labios...
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Hey Jude² | Wizarding World
Fanfiction[Segunda parte] Continuación de "Changes" Clarissa Potter ha vivido una vida normal con su excéntrico padre James Potter y sus padrinos Remus Lupin y Sirius Black. Sin embargo, después de haber cumplido 11 años, las cosas se han puesto demasiado r...