Capítulo 19

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Su frente chocó contra la puerta de metal de su casillero. Ni siquiera había comenzado la primera hora y él ya se sentía físicamente acabado.

Era su primer día luego de haber permanecido en el hospital durante días y hubiera deseado que todo vuelva a la normalidad. Extrañaba aquellos días en los que solía pasar desapercibido del resto del mundo, cuando nadie reparaba en que su persona se encontraba en una habitación junto al resto de sus compañeros.

Las miradas de los alumnos se posicionaron sobre él desde que puso el primer pie en el interior de las instalaciones. Sobre todo, sus propios compañeros de aula que parecían estar esperando hasta el más mínimo movimiento que pudiera hacer.

Sentía que toda esa atención lo agotaba mentalmente, sin contar el agotamiento físico por haber salido a correr con Naruto esa misma mañana, porque a pesar de que aún debía cuidarse al no haber sanado sus heridas por completo, su novio había creado una pequeña rutina para que él pudiera comenzar un entrenamiento.

Odiaba sudar y sobre todo, odiaba cansarse. Le hubiera gustado poder negarse y recostarse junto a Naruto cuando llegó esa misma madrugada a su hogar, pero algo que no era una sorpresa, era lo insistente que podía volverse su pareja cuando quería que él participara en algo.
Incluso, hubiera preferido quedarse horneando algún postre el resto de la mañana para poder comerlo en el desayuno junto al rubio cuando volviera.

Aún así, se había comprometido con él a continuar con su rutina de ejercicios porque sabía que aquello ilusionaba a Naruto. Y a pesar de aún no haber subido al ring cuando se dirigieron al gimnasio, poco le había importado al mayor cuando tenía los ojos negros posados en su espalda, admirando cada golpe que daba al practicar.

Sentía sus piernas temblorosas y de vez en cuando, sus rodillas se aflojaban sin previo aviso, haciéndolo sobresaltar al creer que caería de cara al suelo.

—Aún no puedo creer que lo que dijo Kisame haya sido verdad.—La voz de su compañera Izumi, aquella misma joven que lo había invitado a salir, resonó en su cabeza callando los sonidos restantes que se reproducían a su alrededor.— Me hubiera gustado que por lo menos esté saliendo con una chica. De esa manera hubiera tenido alguna oportunidad, pero... ¿Esto?

Abrió su casillero sin prestar atención, encontrándose con una carta de aspecto amarillento encima de sus libros.
Sonriendo la tomó entre sus dedos y desprendió el lacre con cuidado de no arruinar el sello.

"Itachi:

Se que ya no es necesario continuar haciendo este tipo de cosas, pero tampoco creo ser capaz de detenerme.
Porque amo admirar la sonrisa que se posa en tus labios cada vez que te encuentras una carta dentro de tu casillero. Porque me siento maravillado al observar la manera en que brillan tus ojos cuando lees el contenido. Porque mi ánimo mejora cuando te veo atesorarla entre tus libros con la suficiente delicadeza para que no se arrugue ni siquiera una punta.

Es gracioso notar por mi mismo la manera en la que me he descuidado al estar a tu lado. Las sonrisas recurrentes que suelto cada día, el que se haya convertido en un hábito el hablar en clases. Haz derribado la apariencia que me esforcé por proteger con la intención de evitar que más personas se acercaran a mi, pero poco me importa.

Estoy feliz de que hayas sido tu quien logró aquello. Estoy feliz de saber que la persona que me tiene perdidamente enamorado, fue capaz de ver lo que los demás no y a pesar del miedo en tu rostro cuando comenzamos hablar, poco te había importado lo que los demás decían de mi.
Tus sonrisas al verme, la forma en la que me hablabas, tu manera de ser tan natural cuando estabas junto a mi. Cada pequeña acción había logrado su cometido y mis barreras se destruyeron frente a ti.

Cartas (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora