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Finn :

- Quieto Romeo... No me hagas tranquilízate - Le advertí a Elijah que nos apresuraba a todos

La dirección del hombre que presionaba a Andrea finalmente estaba en nuestras manos. Sin embargo, desconocíamos si las mujeres estaban en esa ubicación. La incertidumbre nos envolvía, y no teníamos tiempo que perder. Nos encontrábamos frente a la casa, una estructura que emanaba lujo, aunque no poseía la imponente presencia de las fortalezas de las familias italianas, era más bien una especie de mansión en su propio derecho. Fuera de la residencia, no divisábamos a ningún guardia; solo teníamos ante nosotros la fachada imponente de la edificación. La única suerte que teníamos era que este hombre residía en Tívoli, así que en menos de una hora ya estábamos aquí.

Gerard, el maestro de los planes, se sumergía en un silencio calculador mientras escudriñaba cada detalle. Yo, por mi parte, hacía lo mismo, intentando discernir el próximo paso en medio de la tensión que llenaba el aire. Mientras tanto, Elijah, impaciente como siempre, parecía dispuesto a entrar por la fuerza si eso significaba encontrar a las mujeres lo más rápido posible.

- Que desastre... Tenemos nuestros rostros al descubierto, ellas nos verán ,la gente que esté ahí nos verá... Estamos demasiado expuestos - Reflexionó Arthur y ese era un problema mayúsculo para nosotros

- Después arreglamos eso. Gerard! Que pasa? estás lento? - Ryoma lo presionó y Gerard le devolvió una mirada de odio .

-A ver

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-A ver... Bruce Lee, piensa! Arthur tiene razón, estamos en una posición vulnerable. Solo tenemos nuestras armas y un cargador cada uno, excepto el suizo, que trajo más para su arma. No vemos nada afuera, Kirril y Arthur no pueden hacer su magia hasta que entremos. Si hay cámaras de vigilancia o alarmas, nos detectarán enseguida. Romeo no tiene a dónde trepar, la fachada es alta y no parece haber un jardín detrás de los muros. Todas las ventanas tienen barrotes. No sabemos qué hay adentro: si hay gente que los cuide, si ese infeliz tiene una familia, si hay mujeres o niños, personal doméstico que trabaje allí. Jamás, pero jamás, dejamos daños colaterales.

- Suizo, ¿qué opinas? - me preguntó Jiro.

- Gerard tiene razón en todo. Solo se me ocurre que Kirril y Arthur traten de cortar la energía eléctrica de alguna manera, ya que no tienen sus equipos aquí. Romeo es el hombre araña y Johann casi, podrían ir por la parte de atrás y ver cómo entrar. James es un excelente orador y estafador, podría ser él quien llame a la puerta, con alguien que lo cubra. Me parece que la mejor opción es Zeligh o Stephan, son los más fuertes- empecé a razonar.

- O tu, son las tres aplanadoras. Puedo hacerlo, pero ¿qué diré? ¿Que estoy vendiendo enciclopedias a esta hora? - me preguntó James.

- No dirás que vienes por eso, sino que sabes que están aquí y vas a negociar. Les darás tiempo a Romeo y Johann de entrar y buscar cámaras, que borren nuestra presencia allí. Les darás tiempo a Kirril y Arthur de dejarlos sin luz. Cuando eso suceda, el resto entra. Dejemos que el dúo japonés entre primero, son los más ágiles y rápidos. El resto los seguimos, los cubrimos al entrar y al salir. Nos ocupamos de la gente que haya dentro de la casa - era lo único que se me ocurría, no había más por hacer.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora