-Todas las tardes Él salía afuera y se sentaba en su silla mecedora, hablando sólo, Con el mismo.
Pero el no estaba sólo, había alguien más que lo escuchaba, siempre lo acompañaba su perro sentado junto a él...-Él lo mira fijamente, y ahí es donde se dio cuenta, que el perro, es el único que sabría cuán grande es el aguijón que llevaba aquel hombre en su corazón...