3. Las cartas de nadie

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¿¡Pero qué es lo que has hecho?!―gritó tío Vernon al mismo tiempo que abría la angosta puerta de madera con un estrépito―. ¡Tú has sacado a la serpiente!

―¡No, el vidrio ha desaparecido!―gritaste―. ¡Fue magia!

El rostro de Vernon Dursley enrojeció a tal grado de que un tomate a comparación no era nada rojo.

―Escuchame bien jovencita... ¡LA MAGIA NO EXISTE!

―¡Sueltala tío Vernon!―gritó Harry detrás de él, ya que Vernon te sostenía de un mechón de cabello, y te levantaba del suelo―. No ha sido ella, he sido yo.

El dolor que sentías en el mechón que sostenía Vernon se volvío aún más fuerte, como un ardor potente que abundaba en la zona.

El terror te invadió cuando sentías cabello por cabello desprenderse de su sitio en tu cabeza.

Caíste y tú de cabello yacía sostenido en la mano de Vernon Dursley.

―¡¡¡ADELINE!!!―gritó Harry con una fuerza y desesperación que no habías escuchado nunca en él. Corrió hacía tí y te envolvió en sus brazos.

Vernon retrocedió, abrumado por la fuerte voz de Harry y por lo que había hecho.

El dolor era insoportable, sentías que querías arrancar ese pedazo de tu cabeza lo más rápido posible. Tus lágrimas caían como una terrible tempestad, una lluvia que surgía como una fuerte torrente, completamente inparable y sobretodo incontrolable.

Podías percibir una mirada de enojo en Harry, una mirada que no habías visto nunca, como la de una bestía salvaje que deseaba exterminar inmediatamente la causa del sufrimiento de su ser querido.
Sus ojos verdes estaban clavados en Vernon como una estaca.

El vernon no apartaba la vista de los ojos de Harry, Harry lo observaba como si fuese el ser más monstruoso y cruel que pudo haber surgido en la faz de la tierra.

El terror te invadió de nuevo.

Harry te tomó con cuidado entre sus brazos y te levantó.
Con brusquedad abrió todos los candados que sellaban la puerta de la alacena y con fuerza la abrío.

―Line, pasa―dijo Harry sin soltarte, y poco a poco se fueron adentrando en la oscura alacena. Harry te metió dentro completamente, y él se quedo afuera frente a la puerta, y en un inédito, frío, y sombrío tono de voz, susurró hacia Vernon Dursley:

―Te odio.

Harry cerró la puerta de la alcena con un estrépito y se dirigió hacía tí.
Tú sostenías con una de tus manos la parte de tú cabeza que le faltaba ub mechón, y la otra la utilizabas para recargarte en la cama.

―Déjame ver...―dijo Harry en voz baja mientras lentamente acercaba su mano hacía la zona sin mechón de tu cabeza, inmediatamente tú la apartaste―. Line, necesito ver. Te voy a ayudar.

Bajaste tu mano lentamente, y Harry observó la parte sin mechón de tu cabeza.
Su mirada parecía verse horrorizada, eso te hizo tener más temor. Quisiste taparte de nuevo, pero Harry bajó tu mano.

―Tranquila―susurró con calma―. Creo que tengo algo por acá.

Harry buscó entre sus cosas con brusquedad, pero no pudo encontrar nada más que una miserable naranja.
Con sus dientes la mordió y posteriormente la agarró con sus manos para partirla a la mitad, tomó rápidamente una de sus camisas y le exprimió una de las mitades de la naranja encima.

Draco Y Lectora [Draco X T/N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora