❝FORGET❞ [Vhope] [Namjin]

V e i n t i o c h o

"Cuando creí que luchaba solo en esta guerra, nosotros éramos uno con nuestros destinos enlazados."

Con un golpe seco, el pelinegro se dejó caer sobre el piso de madera.

Su respiración pesada era lo único que se escuchaba en la habitación vacía. Sus manos vendadas temblaban ligeramente debido a los recientes golpes que le había dado a ese muñeco de paja y tela que usaban para practicar un poco antes de usar lo que sabían en sus compañeros.

Estaba derrotado.

Hoseok se dejó caer de espaldas, quedando recostado boca arriba con los brazos extendidos a cada lado de su cuerpo.

Había adquirido el hábito de despertarse antes que los demás solamente para poder desahogarse un poco practicando. Necesitaba volverse más fuerte. Superaba a sus compañeros en agilidad e inteligencia pero eso no era suficiente. Quería más. Y si para conseguirlo debía dormir menos entonces no le importaba sacrificarse.

Así que debía aprovechar esas horas de la madrugada, donde nadie podía joder su tranquilidad, para entrenar hasta no sentir las manos. Justo como ahora.

El sol ni siquiera se asomaba aún. Debían ser las cuatro de la mañana más o menos. Todos debían seguir dormidos. Tenía una hora para recuperarse antes de que otro día de mierda empezara.

Miró a su costado con pereza, observando el barril de agua a unos metros de distancia. No se había hidratado desde que había empezado solamente para ver qué límite tenía su cuerpo.

Se colocó de rodillas antes de levantarse por completo. Se estiró mientras arrastraba sus pies hasta el barril. Había una pequeña taza de madera encima del barril para que cualquiera pudiera beber. Suspiró y levantó la tapa, sumergió la taza y bebió del agua en un sorbo.

— Ah, maldita vida. — murmuró al terminar la segunda taza. Se limpió los labios con el antebrazo aunque no sirvió mucho porque aún tenía la ropa sudada y las vendas en sus manos y brazos.

Dejó de beber luego de la cuarta taza. Volvió a tapar el barril y dio media vuelta para regresar al sitio donde había dejado la espada que usó para practicar con los muñecos. La recogió y la dejó junto al resto, comenzando a limpiar para no dejar evidencia de su presencia en aquel lugar.

Cuando terminó, se sentó solamente para empezar a quitar las vendas sucias de sus manos.

Estaba ocupado en eso hasta que un sentimiento extraño se alojó en su cuerpo.

Detuvo sus movimientos y frunció el ceño cuando, como si de un golpe se tratara, algo golpeó su estómago con tanta fuerza que le hizo jadear por la sorpresa y el dolor. Colocó ambas manos sobre su estómago confundido.