Draco Y Lectora [Draco X T/N]

4. El guardián de llaves y terrenos de Hogwarts

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Tú y Harry se habían ido con Hagrid hacía la estación a esperar un tren que los llevase al caldero chorreante, Hagrid había dicho que realizarían la compra de los materiales que necesitaban para cursar su primer año en Hogwarts, el colegio de la magia y la hechicería.

Harry estaba leyendo la lista en voz alta, y hacía preguntas a Hagrid.

―Guantes de piel de dragón...―leyó Harry―. ¿Piel de dragón de verdad?

―No creerás que de mentira ¿O sí?―respondió Hagrid con un gesto divertido.

―¿De verdad lo encontraremos todo en Londres?―preguntó Harry.

―Si sabes donde buscar.

―¿Usted sabe dónde buscar?―preguntaste.

―¡Por supuesto qué lo sé!―afirmó Hagrid―. Ustedes en un rato lo descubrirán.

Harry y tú se miraron mutuamente, nerviosos, o quizás emocionados, tal vez las 2.

Bajaron del tren y cruzaron unas cuantas manzanas, de repente Hagrid hizo que una pared de ladrillo que abriese revelando una entrada secreta, tú y Harry estaban conmocionados, y también impactados, no podían apartar la vista de al frente, ¡Increíble! ¡Todo era producto de magia! ¡Magia real!

―Les presento...―dijo Hagrid con suspenso en las palabras―. El callejón Diagon.

Sonreíste hacía Harry y Hagrid con emoción y entusiasmo, sin temor alguno fuiste la primera en cruzar la entrada.

―Definitivamente eres como tú madre―susurró Hagrid para sus adentros mientras te veía cruzar.

Harry miró hacía Hagrid con una mezcla de alegría, pero también de deseo hacía algo, escuchar algo salir de la boca de Hagrid.

―Y por supuesto tú, Harry, idéntico a tú padre, con los ojos de tú madre.

La sonrisa de Harry se hizo amplía y cruzo la entrada satisfecho por lo que había escuchado.

La gente que cruzaba el callejón Diagon llevaban puestas túnicas de distintos colores, los puestos deambulantes tenían increíbles objetos y trucos que mostrar, tus pasos incrementaron la velocidad, hacía tiempo que no te sentías tan libre, tu rostro llevaba una sonrisa de oreja a oreja, simplemente sensacional, sonreías a todas las personas que te cruzaban mirada, algunas devolvían la sonrisa y se detenían a saludarte, te decían que era un honor verte en persona y se despedían, algunas simplemente te observaban detenidamente, pero no hacían nada, al contrario, se iban fríamente.

Pero daba igual, tú ya no eras prisionera de los Dursley y eso era lo más importante.
Hagrid los dirigió hacía una tienda y tú entraste casi saltando, tu alegría era inmensa, y eso que nisiquiera habían llegado a ese dichoso colegio de magia, simplemente cruzabas un callejón cualquiera.

―¡Pero si es Adeline Potter!―exclamó una mujer―. Y su hermano Harry Potter ¡Un honor es para mí conoceros!

Sonreíste, le estrechaste la mano y simplemente te despediste. Harry hizo lo mismo.

[...]

Sacaron el dinero del banco, y compraron los libros correspondientes, también adquirieron sus varitas,
Hagrid les regalo a tí y a Harry una lechuza, Harry la nombro Hedwig, mientras que tú la nombraste Lhora. Ya estaban listos para su ingreso finalmente a Hogwarts.