BROKEN CHAINS

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l hombre deja escapar un suspiro al ver que nada ha cambiado en la celda. El pequeño sobre bajo el colchón sigue intacto, y la ropa que dejó amontonada permanece tal y como la acomodó antes de salir.

Los robos no son algo extraño en la cárcel, después de todo, casi todos en esa área son delincuentes acusados de robo, como él. Jun suspira aliviado y toma asiento en uno de los colchones del suelo de la pequeña habitación. Se pasa una mano por la cabeza, acomodando los mechones rubios sueltos y húmedos que se niegan a secarse como el resto de su pelo y mira hacia una de las paredes de la habitación, donde cuelga un pequeño calendario.

"Ya han pasado dos meses", piensa al ver los números marcados en rojo.

Una sensación de frío recorre su cuerpo durante unos segundos cuando un guardia abre la puerta de su celda. Jun se gira para mirarlo, aún es muy temprano y quedan varios minutos para que todos los presos se despierten y comiencen su día, algunos con más poder pueden incluso dormir hasta la hora que quieran, pero Jun no puede permitírselo, no cuando está en una situación tan complicada como ahora. Tiene que ser precavido y ser de los primeros en ducharse, evitando cualquier contacto con los demás.

El hombre le lanza un pequeño paquete envuelto en cinta negra, Jun apenas consigue atraparlo en el aire cuando el trabajador se retira cerrando la puerta rápidamente.

Jun mira el paquete que tiene en las manos. Hace tres meses se habría reído de cualquiera que le hubiera dicho que estaría en la cárcel. Formaba parte de una de las organizaciones de ladrones de joyas más conocidas del país, sus hyungs más experimentados le repetían constantemente que debido al poder y las conexiones que mantenían, ser capturado no era ni siquiera una posibilidad. Pero era evidente que se habían equivocado.

Alguien dentro del equipo había hablado, y hasta que esa piedra desapareciera, Jun y muchos de sus compañeros tenían que soportar sus días encerrados.

No es que Jun creyera que merecía ser libre, sabía que lo que había hecho estaba mal, que la ley tenía razón. Pero no podían culparlo por ser un poco egoísta y pensar en su propio beneficio. Es decir... ni siquiera había participado directamente en los robos.

Como hacker, sólo se encargaba de despejar el camino para que los verdaderos ladrones hicieran su trabajo. Además, nunca robaban a nadie que tuviera menos, normalmente eran joyas de exposición, propiedad de museos y coleccionistas innecesariamente ricos a los que no les afectaba perder unos pocos millones.

"Mira quién está aquí, nuestro querido Junnie. Se ha dignado la princesa a unirse hoy a los aldeanos?"

Junhui sujeta con firmeza su bandeja con comida, mientras camina hacia una mesa vacía en un rincón de la abarrotada cafetería.

Las dos mujeres lo persiguen como hienas, y él suspira cansado mientras se sienta. "¿Qué quieres esta vez Sujin?"

"Me dijeron que recibiste otro paquete" la mujer toma asiento frente a él. Inclinándose sobre la mesa y forzando su cara en el espacio personal de Jun. Su dentadura podrida desprende un olor agrio que casi le causa ganas de vomitar, "¿Era dinero?".

Jun intenta ignorar el contacto visual, concentrándose en devorar su ración de arroz lo más rápido posible. Sujin lleva una mano hacia su cabello, intentando agarrar un mechón rebelde que cuelga fuera de su sitio. "Comparte con nosotras" Junhui se aparta instintivamente.

"Váyanse a la mierda", les dice a las dos. Saben que no se deja intimidar como los otros betas.

Sujin se ríe sarcásticamente, indignada por su respuesta: "¿Te crees importante porque tu grupo te compró un par de guardias?".

BROKEN CHAINS - JUNCHEOL SEVENTEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora