07~ Come un pittore...

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Pocas veces recibía sorpresas, es más la primera sorpresa que me dieron la descubrí y me hice la loca. Pero está no me la esperaba para nada, Peter, Azucena y yo volvíamos de grabar el programa en Marruecos e íbamos hablando de cómo había ido, cuando de repente al pasar una de las puertas del aeropuerto, veo a Carlo con un gran ramo de flores y un cartelito con mi nombre. El color tiñó mis mejillas y puse cara de tonta.

- Benvenuto-. Dijo cuando estábamos frente por frente.

- Gracias-. Mire el cartelito, el ramo, a él y sonreí.- Ti poso baciare?-. Pregunté como él lo hacía y rió dulcemente.

- Per favore-. Contestó y justo cuando nuestros labios se unieron sentí que me derretía.


Después de dejarme en mi casa nos despedimos con un tierno beso y yo me quedé un rato plantada cual árbol en la puerta, con un gran ramo entre los brazos y el cartelito con mi nombre y una nota en letra más pequeña <<Cara mia, ti penso sempre >>. Menudo detallazo se había marcado el italiano.

Una vez salí de la ensoñación me puse a deshacer la maleta, a poner lavadoras y sobre todo a darme un largo baño. La experiencia había sido única, vivir con las familias había apoyado mi teoría de que, como diría Medina Azahara: "hay hombre buenos y malos, no importa la raza o la fe". A pesar de todo estaba contenta y había conocido a gente maravillosa, como Said, un médico con el que había prometido tomar un café cuando él pasara por España.


La mañana siguiente me costó Dios y ayuda levantarme, ya que Noa y JD se pasaron por casa para comprobar que venía de una pieza y ya la noche se alargo.

- Buenos días-. Patricia me saludo con su sonrisa mañanera. Puñetera, siempre tenía buena cara.

- Buenos días, guapa-. Sonreí y caminé hasta el Estudio 3.


- Arielle-. Palas se acercó a mí y me dio un cálido abrazo.- ¿Cómo ha ido el viaje?

- Fantástico, espero que el programa refleje todo lo que queríamos-. Palas asintió.

- Seguro que es así-. Me frotó los brazos.- Ponce quiere verte a ti y a los chicos a las once.

- Apuntado-. Dije mientras iba a la mesa de los cafés y preparé uno para Palas y otro para mí.

- Gracias-. Comentó al coger el suyo.- He echado de menos tu café de las mañanas-. Sonreímos, chocamos las tazas y nos pusimos a trabajar.


La reunión con Ponce y los demás directivos fue bien y nos encargaron para dentro de unos días tener el montaje para verlo ellos en primicia. Cuando bajamos al Estudio 3 encontramos todo lleno de globos, bandejas con canapés y bebidas. Los chicos habían organizado una fiesta para celebrar que todo había ido bien.


Después de celebrar durante el resto de la mañana con mis compañeros y contar las miles de anécdotas del viaje, como que rodando una toma un camello me chupo la cara. Pero la que más gracia le hizo a todos fue cuando Peter contó que rodando la introducción en Tetuán, el día antes de marcharnos, un hombre se acercó a nosotros y me pidió concertar un matrimonio temporal.

- Arielle casi se desmaya-. Reía Peter.

- Pero dile porque-. Comentó Azucena.

- El tipo si tenía, tenía dos dientes-. Finalizó Peter y unas escandalosas risas estallaron.


Cuando terminamos de recoger el estudio cada uno nos fuimos a comer y yo tenía una cita con mis padres, verdaderamente estaba hasta el tapón y no me entraba ni agua en el estómago, pero hice un pequeño "sacrificio" y me comí el plato de puchero que me puso mi madre, por aquello de que había comido "mal" durante el viaje.

En realidad la comida que comimos tanto en París como en Marruecos fue maravillosa, de París sin duda me quedaba con el quiche Lorraine y los bombones de Pierre Hermé, de Marruecos nunca podré olvidar el kefta y los maravillosos dulces.

- Hija-. Dijo mi madre al fin.- Nos has tenido muy preocupados.

- No creo-. Comenté.- Según tengo entendido Noa te llamaba todos los días.

- Bueno sí-. Se precipitó mi madre.-Pero...

Los directivos eran los que se comunicaban con nosotros y yo decidí que hablaran con Noa para informarse de cómo estábamos, luego ella se encargaría de hablar con mi madre y de confirmarle que estaba bien.

- Evidentemente yo no te iba a llamar-. La miré con una ceja levantada.

- Pues deberías haberlo hecho, soy...

- Papá, ¿cómo has estado?-. Giré la cabeza en dirección a mi padre e hice oídos sordos al farfulleo de mi madre.


Cansada como nunca lo había estado y después de un largo día de trabajo, me deje caer en el sofá en pijama con una tarrina de helado, el Caramel Chew Chew de Ben&Jerry's ocupaba mis manos. Estaba guardando ese para una ocasión especial, y más especial que está, pocas. Estaba a punto de meterme la cuchara en la boca cuando la puerta sonó.

- Carlo-. Sonreí.- No te esperaba.

- Lo sé-. Entró en mi casa y cerré la puerta.- Vengo a invitarte a cenar-. Dejó una bolsa en la cocina.

- Estoy muy cansada-. Me mordí el labio no queriendo rechazar la oferta.- Lo podemos dejar para mañana-. Negó con la cabeza y arrugué los labios.

- Cenaremos aquí, te prepararé un plato italiano-. Reímos y nos miramos.

- Qué suerte tengo-. Le di un beso en la mejilla.

Era una chica con suerte, me iban a preparar la cena, el helado seguía estando entero para otra ocasión y si la noche acabada con Carlo otra vez entre mis sábanas, iba a dar el do de pecho... por muy cansada que estuviera había estado dos semanas sin disfrutar de los placeres de la carne, y ese era un punto a tener en cuenta.

Flotando de felicidad y dedicándosela a mi italiano favorito, puse en el equipo de música un disco de Jarabe de palo, en él había una canción que cantaba con Modà, un grupo italiano...

"Difficile trovar parole molto serie, tenterò di disegnare... come un pittore"

Arielle y los hombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora