Capítulo 23

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—Nini.

—¿Qué?

—¿Estás bien?

—Por supuesto que estoy bien —el libro que Hanni estaba metiendo en el librero de la biblioteca golpeó la pared debido a la fuerza que había usado la chica—. ¿Por qué no estaría bien?

—Porque Hye...

—¿Porque terminé con esa cara de pato que al parecer estaba con esa rarita de mierda? —Hanni la miró con una sonrisa tensa—. Hyein no me merece, soy demasiado para esa imbécil, así que yo terminé con ella.

Haerin se quedó en silencio un momento, observando el rostro ojeroso de su amiga, para luego mirar hacia atrás, viendo llegar a Minji.

Minji le hizo un gesto extraño que no pudo entender bien.

—Nini, ¿no quieres llorar? —preguntó Minji calmada.

La vietnamita se detuvo y sus labios temblaron. Haerin dio un paso, dispuesta a sostenerla cuando se derrumbara.

Sin embargo, Hanni se limitó a frotar sus ojos furiosamente.

—Hyein no merece mis lágrimas —se limitó a decir.

Haerin y Minji se miraron de forma cómplice.

—Está bien que llores, Nini —señaló Haerin.

—Lloraría si supiera que el término le dolió tanto a Hyein como a mí —dijo Hanni—. Pero la veo muy bien hablando con su novia.

Las dos chicas se giraron hacia la dirección en la que Hanni apuntaba, viendo a Hyein sentada detrás de una mesa, con Danielle a su lado, hablando en voz baja, ajenas al resto.

—Minji, agárrame la camisa —la azabache rodó los ojos ante la petición de Haerin, pero obedeció—. ¡SUÉLTAME QUE YO LAS MATO!

Su grito resonó en toda la silenciosa biblioteca, llamando la atención.

Hyein levantó la vista, palideciendo, en tanto Danielle se ruborizaba.

—¡¿ME OYEN, MALDITAS TRAIDORAS?! —siguió gritando Haerin mientras Minji fingía sostenerla para detener sus pasos—. ¡SON UNAS SUCIAS, SON LAS PEORES AMIGAS DEL MUNDO, PUEDEN IRSE AL DIABLO AHORA MISMO! —Minji la soltó en el momento en que dos guardias llegaron, agarrando a Haerin de los brazos para sacarla—. ¡CUANDO LAS VUELVA A VER LES CORTARÉ LAS TETAS A LAS DOS, ¿LO TIENEN CLARO?!

Las tres amigas fueron expulsadas de la biblioteca gracias a eso, por supuesto.

Minji suspiró mientras caminaban por los pasillos, con una silenciosa Hanni a su lado mientras Haerin seguía despotricando.

—¿Piensas hablar con Hyein más adelante? —preguntó Minji frunciendo el ceño.

—No lo sé —Hanni se encogió de hombros—. Si Hae te mintiera, ¿querrías volver a hablar con ella?

Haerin se quedó en silencio de pronto.

—Depende de qué tipo de mentira estamos hablando —respondió Minji con su estómago revuelto.

—Oh, claro —Hanni mordió su labio inferior—. Pero ¿si para ti fuera algo imperdonable?

¿Cómo que me ocultara cosas de su familia? ¿Cómo que no me diga de dónde salió realmente? ¿Qué no me diga quién es?

—Yo te perdonaría todo, Minji —dijo de pronto Haerin con la voz temblando.

Minji la miró, deteniendo su caminata.

—Por supuesto que yo igual lo haría, Rin —respondió Minji con voz grave—, pero que te perdone no significa que las cosas sigan iguales.

Haerin enmudeció y hubo un pequeño silencio.

—¿Por qué hablan como si fueran a terminar? —regañó Hanni tratando de que el aire tenso desapareciera—. Vamos, estoy desanimada y quiero comer como el conejo bonito que soy.

Minji rodó los ojos otra vez, volviendo a caminar.

—Vamos, conejo volador, las invito a comer una pizza —dijo Minji.

En lo único que podía pensar Haerin era en pedir perdón.

Pero las palabras no salieron nunca de su boca.

Pero las palabras no salieron nunca de su boca

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