Kim Minji odia las cosas del amor, y sobre todo, las novias. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargada, así que decide "alquilar" a una chica con una preciosa sonrisa, Kang Haerin, para que sea la novia de...
Minji se enderezó en su asiento, mirando hacia el doctor que estaba hablando con Haerin.
La chica estaba de pie frente al hombre, con la boca temblando.
—No se pudo hacer nada.
Minji dejó el café que sostenía a un lado, poniéndose de pie, caminando hacia Haerin que parecía a punto de derrumbarse, de quebrarse frente a ella.
—Kang Eunsoo falleció de un ataque al corazón.
—No...
La voz de Haerin era como un gimoteo lleno de dolor, como el aullido de un animal herido, pidiendo que alguien la agarrara, la sostuviera en sus brazos.
—Lo lamentamos.
El doctor se retiró con la enfermera, dejando a la pareja sola.
Haerin rompió a llorar a gritos y Minji la tuvo que sostener en sus brazos, atrayéndola a su pecho mientras el mundo parecía desmoronarse alrededor de ellas.
El llanto de Haerin le rompía el corazón por completo, pero aun así la atrajo contra sí, besándole el cabello, acariciándole la nuca.
—Está bien, Rin, estoy contigo —le murmuró en voz baja por sobre el desgarrador llanto de Haerin, cerrando sus ojos.
***
Haerin llevaba acostada en la cama dos días, saliendo sólo para ir al baño y comer lo que le cocinaba Minji.
La azabache suspiró, agotada, entrando al cuarto. Las cortinas estaban puestas, haciendo que el lugar se viera más deprimente y horrible que nunca.
Observó la cama con Haerin encima, dándole la espalda, acurrucada bajo las mantas, y pensó en la vez que hicieron el amor allí mismo.
—Hae —le murmuró sentándose al borde de la cama, acariciándole el hombro—, hay que ir al funeral de Eunsoo unnie.
Los hombros de Haerin se sacudieron con el llanto, pero no se movió. Se quedó un momento en silencio, dejando que la chica sollozara todo lo que quisiera.
—Vamos, Rinnie, a ella no le gustaría verte así —susurró con la voz temblando.
Haerin lloró con más fuerza.
—Quiero.... es-estar... sola... —balbuceó entre lágrimas, moviéndose levemente para que Minji dejara de tocarla.
La mayor mordió su labio inferior, sin ponerse de pie.
—Hae...
—¡No! —gritó Haerin con la voz destrozada—. ¡No... no lo en-entiendes! —salió por debajo de las mantas, revelando su pálido rostro, sus mejillas encharcadas por las lágrimas—. ¡Sola! ¡Déjame sola, Minji!
La azabache se puso de pie, sintiendo la paciencia agotándose, pero trató de controlarse para no sonar fría y dura.
—Estaré en el comedor —le dijo girándose.
Haerin gimió.
—¡Vete! ¡Vete, por completo, Minji! —la aludida se quedó quieta—. ¡¿Sabes qué día es hoy?! ¡Hoy se cumplen los seis meses, Minji! ¡Fuera de mi vida! —rompió a llorar otra vez—. No sirvió de nada... Eunsoo murió igual...
—¿De qué hablas? —la voz de Kim era helada.
—De esta farsa —sollozó Haerin—, de todo esto. Necesitaba dinero para el tratamiento de Eunsoo, pero no sirvió... Venderme no sirvió...
Minji se giró, pálida, rota.
—¿Mi mamá...?
—¡Dijo que le pagaría las quimioterapias si fingía ser tu maldita novia, pero no sirvió de nada, Eunsoo se fue y me quedé sola!
Minji retrocedió, sintiendo su garganta apretada, sus ojos escociendo.
—Hae...
—¡No quiero verte, déjame sola, maldita sea!
Minji obedeció.
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