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Marinette observó a Max en silencio por unos segundos, observándolo. Se veía tan diferente a como ella lo recordaba. Su rostro se veía viejo, cansado. Estaba lleno de arrugas. El paso del tiempo había pasado sobre él de una manera que ella no esperaba y de cierta forma lo hizo más real. Hizo más real la situación en la que se encontraban.

Fue... fue aterrador.

Marinette no supo que decir. Las palabras se trabaron en su lengua, mientras trataba de hacer al menos un ruido, pero no pudo.

Dudas llenaron su mente, inundándola. Quería decir tanto, pero podía decir tan poco.

"¿Por qué?" Fue Adrien quien finalmente habló. El francés escapó fácilmente de sus labios, mientras miraba el rostro arrugado y cansado, viejo, de la persona que una vez fue su amigo. Tratando de leerlo como quien lee a un libro viejo del que conocía su existencia y contenido, pero que, sin embargo, parecía tan nuevo y desconocido a sus ojos.

Familiaridad y desconexión. Confianza y sospechas. Felicidad, pero también miedo.

Ver a Max fue abrumador. Aterrador en muchas maneras. Lo hizo real. Tan real.

"Porque es necesario." Max respondió, no en francés, sino que en inglés. Sus ojos analizándolos, calculadores pero cariñosos. Dulces, pero también analíticos. Pero así era Max. Así lo recordaban. "Tienes... tienen una misión. Su lucha todavía no termina."

Su lucha. ¿Qué lucha? ¿no había terminado todo cuando pidieron ese deseo? ¿No había terminado todo cuando murieron?

"¿Entonces qué?" Adrien cuestionó. Había ira en su voz, resentimiento, dolor. Cansancio. "Decidiste simplemente... ¿Qué? ¿darnos vida?" Una sonrisa dolorosamente enfadada en sus labios.

A Max le dolió, pero lo entendió. Y lo lamentó. Él no se arrepintió, sin embargo.

"Exactamente." Un atisbo de culpa brillo en los ojos del hombre.

"¿Por qué?" Marinette logró preguntar por fin, luchando con la palabras atoradas en su garganta que parecían querer deslizarse por su lengua en una diatriba sin sentido. "¿Por qué nosotros? Max, ¿no fue-?" Ella se atragantó. El doloroso nudo en su garganta atacando de nuevo. "¿No hicimos suficiente?"

Max pareció confundido por unos segundos antes de que la comprensión brillara en sus ojos. Una sonrisa triste se dibujó en sus labios. "No eres ella." Le dijo. "No eres Marinette."

"Pero lo soy." Ella le respondió.

"No eres la que conocí." Max continuó. Había tristeza en su tono. "Eres diferente, similar, pero diferente. Eres su hija..." él hombre señaló a Nightwing quien se encontraba con ellos en la sala de interrogatorios. "y la de ella."

"¿Quién?" Nightwing no pudo evitar preguntar. Hubo dureza en su voz mientras miraba al criminal. "¿Y por qué?"

"Su madre," dijo, señalando a Marinette. "realizó el plan. Y su padre," Señaló a Adrien. "nos preparó para esto."

Marinette frunció el ceño. ¿Su madre? ¿Cómo? La confusión bañando su rostro. "¿Qué tiene que ver mi mamá con-"

"Marinette Dupain-Cheng." Max le interrumpió. Hubo una mirada en sus ojos que dejaba en claro que no se debería decir demasiado delante de los oídos expertos del hijo murciélago, a pesar de que lo estaba haciendo él mismo. "Ella es tú madre. Ella fue Ladybug."

¿Qué? Espera, espera, ¿Qué?

¿Ella era su propia madre? ¿Cómo fue posible eso? Tal vez a esto se refirió Max con que ella no era la misma que él conoció. ¿Ella era otra persona ahora? ¿Fue ella tan diferente? ¿en qué? ¿Por qué?

De bichos, gatos y murciélagos que no se rindenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora